El verano suele incrementar el riesgo de contraer enfermedades transmitidas por alimentos, debido a que, por las altas temperaturas y la humedad ambiente, estos productos son más susceptibles al desarrollo microbiano.
Como anticipan temperaturas superiores a las normales en gran parte del país, es crucial cuidar la manera en que se almacenan los alimentos para mantener la frescura y asegurar que estén en buenas condiciones para su consumo.