29
Vie, Mar

Amigas; tias postizas

Typography

 Es imposible un mundo sin tías postizas, esas amigas que dan todos los gustos a nuestros hijos y que los aman como si fuesen sobrinos de sangre.

Son aquellas mujeres arte y parte de lo que nos deja un tiempo de rosas. Y esos locos bajitos, que a gatas llegan a la mesa, también son chiquitos para llamarlas por sus nombres de pila, entonces, nunca mejor ponderado el bautismo de tías postizas.

Mi tía postiza, Paulina, era la que me tejía gorros de lana, porque decía que el invierno era crudo y me enfriaba las orejas y que una niña con orejas frías no podía pensar bien. Y la que, a espaldas de mamá, que sabía pero que se hacía la que no sabía, me daba chocolates. Además me defendía y le decía a mamá que no me retara.

Lourdes es la tía Lourdes para mi hijo menor. Y Mariana, es la tía Mariana. Y Carolina, no es Caro para él, sino la tía Caro. Y Claudia, no es mi vecina, ni mi amiga, para él, es la tía Claudia y su marido el tío Rony. Pero él tiene muy claro que son postizos.

Pero la cuestión que mi hijo se hizo de Boca por sus tíos. Que lo invitan a ver tele y a comer cosas ricas. Que lo retan cuando lo tienen que retar. Tía Lourdes, Tía Mariana, y Tía Claudia lo retan cuando saben que deben hacerlo. Y tía Caro y tío Rony, lo malcrían. Igual que su madrina y padrino, que son mis mejores amigos de toda la vida.

Tía Lourdes, le insiste que para comer, tiene que poner los dos bracitos arriba de la mesa, porque es de buena educación, además se come mejor y más cómodo. Le enseña que tiene que comer toda la comida así crece fuerte y sano. Pero también, como me pasó a mí alguna vez, para que sus orejitas no tomen frío le regaló un gorro re canchero que le encantó y lo usa siempre.

Mariana le enseña que es lindo saludar dándose un beso y anunciarles a los otros que uno llega con un hola. Le fabrica un coche a medida y de cartón, sacando la imaginación de su galera. Lo lleva de la mano a la librería a comprar pinturitas y cartulinas, para hacer el fórmula uno que tanto le gusta.

Tía Lourdes le arregla la ropa porque le enseña que es lindo andar por la vida prolijo, limpio y cuidado.

Tía Caro lo malcría cada vez que lo ve, le da chocolates, lo invita a ver la televisión y es la misma que le toma la mano cuando tiene que tomar un remedio feo.

Tía Elizabeth y Tío Daniel, lo extrañan y cuando lo ven y lo tienen no paran de abrazarlo.

En fin, la vida gira, todo vuelve, y mis hijos tienen sus tías postizas, como yo las tuve alguna vez. Y no es por un lazo sanguíneo que garantice el vínculo, es lo que él se supo ganar y es porque en la vida, a veces se quiere y se ama, independientemente de lo que la naturaleza signe por un adn.

Así los míos y yo sabemos que sería imposible un mundo sin las tías de sangre, pero también sería imposible un mundo, sin las tías postizas. Esas amigas del alma, que la vida, o el destino nos supo dar. Porque son arte y parte de aquellas cosas que siempre nos tiene a mano, un tiempo de rosas, como diría Serrat.