Cristina Wargon: ¿Su destino? Ser inteligente!!

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 En nuestro mes aniversario elegimos entrevistar a Cristina Wargon para la mujer del mes, por ser una persona multifacética: madre, abuela, compañera, esposa, periodista gráfica, humorista, escritora, guionista, columnista de radio de Chiche Gelblung y maestra del Taller de Humor. 

¿Cómo te presentarías a vos misma en una entrevista?

Diría como Jorge Luz: ¡Cristina Wargon: mujer, madre y argentina!  

¿Y en lo profesional cómo sería la presentación?

A mí me gustaría ser escritora/humorista pero lo que uno termina siendo es una calificación de los otros. No nos pertenece.

¿Cuándo te diste cuenta que te gustaba escribir?

Yo quería ser escritora desde que tenía uso de razón. Tenía cuatro años cuando le dije a mi madre: “tengo una idea para la novela que soñé anoche”. Y ella, que no sabía de pedagogía, me dijo: “¡que aburrida!”. Y nunca fui novelista. Yo escribo desde que me acuerdo. Era una poeta horrible, desdeñable e insoportable, de la cual mi familia se reía a los gritos. Pero un día mi madre me pidió que le escribiera un cuento de humor como regalo de cumpleaños, La salud de los Valverdi se llamó; y ahí giró un poco la cosa, a los 11 años escribía poemas y ya en el periodismo hice una columna diaria, “Carta a un amigo”, en el diario Tiempo de Córdoba.

¿Qué te hizo humorista?

Es una pregunta medio psicoanalítica que exige una movida para analizarla. Creo que tuvo que ver mi papá. Era polaco y recuerdo cómo se reía cuando a los tres años, con un teléfono de juguete, yo hablaba en polaco. Idioma que, por supuesto, desconocía absolutamente. Edipo mal resuelto ¿quizás?

¿En qué te ayudó el humor con la maternidad?

A no ahorcar a mis hijos a los quince días de haber nacido. Y en cuanto al amor Oscar Wilde decía: “que no hay nada menos romántico que una mujer irónica” con lo cual creo que no me ayudó mucho y tuve que disimular mi humor para enganchar a alguien.

¿Y una vez enganchado?

El mejor amarre de un matrimonio es el humor, porque el sexo, teniendo en cuenta que la vida es muy larga, dura poco tiempo y después del sexo no hay nada más divertido que el humor.

Siendo vos misma reportera, ¿cómo te hacen sentir los reportajes?

Por supuesto hice más reportajes de los que me hicieron. No es una situación cómoda, nunca falta el que te pregunta ¿cómo convivís con tanto
talento? Y contestes lo que contestes, quedás como una tarada. Eso forma parte de las cosas que no puedo manejar, dependo de un tercero.

¿Cuál fue la peor pregunta que te hicieron?

Me la hizo Jorge Guinsburg, gran periodista y entrevistador, por supuesto no la repetiré. Fue en un programa que tenía por cable, “De famosos y desconocidos”, recién llegada a Buenos Aires me tocó trabajar de desconocida. El otro entrevistado era el famoso.

¿La peor pregunta que tuviste que hacer?

Fue al general Menendez, en plena dictadura le pregunté por los desaparecidos. Recuerdo que me dijo que esa era una pregunta comunista. Te imaginás lo que era que él te dijera eso…Pánico total. Me quedé con muchas preguntas más por hacerle.

¿Los que más te costaron a la hora de hablar?

Piazzola y los músicos en general. De Borges me enamorè.

¿Cómo resumirías tu carrera?

Supongo que comenzó cuando entré a la Universidad con dieciséis años, pero corté porque me casé y seguí a mi marido a Corrientes, de allí me volví a Córdoba con dos hijos y a la vuelta terminé la Universidad. Tuve un trabajo de celadora, de un colegio secundario: el glorioso Dalmacio Velez Sarfield. Se supone que un celador es un ser repulsivo cuya misión es odiar y ser odiado por los alumnos, pero para mí fue un trabajo maravilloso porque me encantan los adolescentes. Después me llamaron del diario, Tiempo de Córdoba, para el Suplemento Cultura y allí reporteé a Berni, a Borges… una fiesta. Cuando llegó la democracia en el 83, me llamó el director de Radio Nacional y me dijo literalmente: ”che vos que sos feminista, hacete lo que quieras”, entonces hicimos “Chocolate por la Noticia” (humor y noticias) con el colega Alfredo Mathé, y nuestras hijas Gabriela Castillo y Luchi Mathé, en la producción. Era una especie de PYME familiar. Y siempre el más fiel de los acompañantes: el humor. Con la inolvidable Hortensia y la revista Humor donde empecé a colaborar desde Córdoba. Cuando subió el Menemismo, me revolearon una patada en el tujes y aterricé en Buenos Aires. Me hicieron un favor.

¿Cómo te fuiste para el lado del espectáculo?  Con Emboleradas, ¿por ejemplo?

Era muy amiga de María José Cantilo y ella  cantaba con Esteban Morgado en Clásica y Moderna.  Y un día me llamó y me dijo: “Esteban se va y yo tengo que tener algo para decir en el espectáculo ¿por qué no me escribís algunas líneas? Y de ahí salió Emboleradas.  

¿Tu primera experiencia con el fracaso? 

Me llamaron de un diario de mi aldea para el suplemento cultural. Primera nota e intenté hacerle un reportaje a Manucho Mujica Lainez  que vivía en El Paraíso, cuando llegué, su mujer me dijo que se había ido a almorzar a Paris. Terminé haciéndosela a Sara Gallardo que estaba pasando unos días allí. De ese tipo de fracasos salieron mis mejores notas... fracasar me sale bárbaro.

¿Te parece necesario el fracaso?

Si no tenés un fracaso no sabés qué es un éxito.  Pero con uno ya  te das cuenta no hay que  pasarse de “fracasante”.

¿Por qué hay menos mujeres humoristas en todos los ámbitos? ¿Es una cuestión de género el humor?

Pero hay menos mujeres en cualquier ámbito que  implique mejores sueldos y menos trabajo físico. No hay varones en el rubro mucamas y escasean en todo lo que sea servicio. En casi todo lo que hacemos hay una marca del género, sólo se diluye con la inteligencia, la "mucha" inteligencia. Decía Margarite Youcernar: cuando una mujer accede a la inteligencia no pertenece más al género sino a la especie".

¿Quiénes tienen más sentido del humor los hombres o las mujeres?

No tengo la menor idea, sí es sabido que las mujeres consumimos más cultura y no hubiéramos podido sobrevivir sin humor.

¿Para qué sirve y se usa el humor?

Sirve para vivir mejor, produce felicidad.

¿Se puede enseñar humor?  ¿Es por eso que te decidiste a dictar talleres de humor?

Enseñar de acuerdo a los teóricos, no, de acuerdo a esta polaca tosuda, sí. Lo único que no se puede enseñar es el genio. Si algo te hace muy feliz en la vida tenés la obligación de compartirlo.

¿Qué cosa que hiciste no te hubiera gustado hacer?

En términos generales es lo que no he hecho. Parece una compadreada lo que te voy a decir pero siempre me las he ingeniado para que me guste lo que tenía que hacer. O el trabajo que tuviera.

¿Cuál fue profesionalmente el trabajo que más te gustó?

Trabajar en la revista Humor.

¿Humorista que te haya apasionado?

Gabriela Acher. Maitena. Claire Brechard  y las nuevas generaciones.

¿Si volvieras a empezar qué harías?

Esta pregunta está íntimamente relacionada con el grado de aceptación que uno tiene sobre su persona. Como todo el mundo, cometí inmensos errores en mi vida y los pagué dolorosamente, pero de esa masa salió este pan y estoy conforme con la persona que soy. Es como los palitos chinos, cada uno sostiene a otro, es muy difícil sacar palitos de una vida.

¿Asignatura pendiente?

Cantar, canto como un perro. Tirarme en parapente. Quería y sigo queriendo ser una de las bellas actrices de antes, una  Audrey Hepburn.  Sueño imposible, siempre me sobraron kilos. Nunca fui  más que una gordita ruluda con acné... Destino entonces ¡ser inteligente!