El clásico vestido negro fue creado por la revolucionaria diseñadora Coco Chanel, allá por los locos años ´20. El primero apareció en la revista Vogue 1926 y fue llamado “el Ford de Chanel” por su línea simple.
A pesar de su simpleza, causó un absoluto escándalo en la época, ya que el negro estaba destinado sólo al luto. El largo del vestido no superaba las rodillas, algo inusual en esos tiempos. Pero gracias a su osadía, hoy podemos disfrutar de tan exquisita creación.
El vestido negro se adapta a cualquier ocasión, tanto de día como de noche. Para cóctel, como en una fiesta de gala. Corto o largo. Siempre se acomoda a la anatomía femenina.
Para distinguir los diferentes momentos es muy importante elegir los accesorios adecuados. Por ejemplo, para una salida al mediodía podés acompañar con accesorios en color fucsia y unos anteojos negros. Si nuestra paleta de colores lo permite, para continuar con lo clásico y sin miedo a los errores, el blanco, es el elegido.
Un básico de todo guardarropa que va bien durante todo el año.
“La elegancia no consiste en ponerse un nuevo vestido”, dijo Chanel. Hay que reinventarse todos los días…