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Mar, Abr

Consejos para pacientes con Asma y EPOC frente a las enfermedades estacionales

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La llegada del invierno favorece la circulación de gérmenes  productores de infecciones respiratorias como faringitis, laringitis, bronquitis o neumonías. Estos procesos infecciosos pueden ser altamente riesgosos en pacientes con enfermedades respiratorias crónicas.

Las crisis asmáticas o las exacerbaciones de EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) que se desencadenan a través de infecciones respiratorias pueden llegar a ser graves o inclusive mortales, ya que los síntomas se potencian y agudizan la enfermedad respiratoria crónica que posee el paciente.

El Asma es una patología caracterizada por una respuesta exagerada de los bronquios ante determinados estímulos. Los bronquios, que conducen el aire hacia los pulmones, reaccionan estrechándose y disminuyendo su luz, lo que se conoce como broncoespamo, en los períodos de crisis de la enfermedad. Este episodio da lugar a cuadros que se manifiestan con dificultad respiratoria, sibilancias, tos, entre otros síntomas.

La EPOC en cambio, deriva en más del 90% de los casos del consumo de tabaco, afectando principalmente los bronquios y los pulmones, aunque pueden verse comprometidos otros sectores del organismo que están fuera del sistema respiratorio. El paciente con EPOC suele tener sintomatología respiratoria habitual o diaria consistente fundamentalmente en tos, expectoración de secreciones bronquiales (flemas) o dificultad respiratoria.  

La prevención de este tipo de infecciones, particularmente en estos casos, tiene una importancia fundamental. Para disminuir las posibilidades de contraer un cuadro infeccioso respiratorio los pacientes con Asma o EPOC deberían:  

-Evitar el contacto con personas que estén cursando procesos de este tipo, ya que las mismas al toser o estornudar expulsan pequeñas gotitas de saliva cargadas de gérmenes que pueden contagiar a otros individuos.

-Lavarse frecuentemente las manos,  porque  los gérmenes pueden transportarse en las mismas  y acceder  a las  vías aéreas cuando  las manos entran en contacto con la nariz o la boca, produciéndose el contagio. Aquellos que estén enfermos deberán acostumbrarse  a cubrirse la nariz y la boca con el pliegue interno del codo al toser o estornudar.

-Aplicarse la vacuna antigripal. Esta debe ser colocada en otoño y tendría que renovarse todos los años. La vacuna disminuye las posibilidades de engriparse, pero además es muy efectiva en prevenir las complicaciones severas producidas por el virus de la Gripe (o virus de la Influenza). Debe señalarse también que no protege contra otros virus, como los que producen los resfríos comunes, ni contra las infecciones bacterianas.

-Es importante que los pacientes con enfermedades respiratorias crónicas reciban la vacuna antineumocóccica. El Neumococo es la bacteria que más frecuentemente produce las Neumonías. Habitualmente  los anticuerpos generados en el organismo por esta vacuna persisten por varios años por lo que no sería necesaria la re vacunación antes de los 5 años.   

-Evitar el humo del cigarrillo, propio o ajeno (exposición pasiva). Los tóxicos del humo del cigarrillo favorecen a que se agudicen los síntomas propios de las enfermedades respiratorias crónicas y podrían alterar los mecanismos de defensa locales de las vías aéreas.

-Asear y airear las habitaciones y otros ambientes.