El Cáncer de Mama es el más frecuente en la mujer: sólo en nuestro país se diagnostican aproximadamente 18.000 nuevos casos por año. Hoy sabemos que 1 de cada 8 mujeres lo tuvo, lo tiene, o lo tendrá. Pero también sabemos que la detección temprana juega un rol fundamental y multiplica las chances de curación, es por eso que consultamos a dos especialistas para entender qué es y cómo actuar ante esta patología.
El cáncer de mama se origina cuando una célula de un conducto mamario cambia y se transforma en otra distinta, que ya no responde a los estímulos normales, comenzando a crecer y reproducirse de manera descontrolada, por lo cual se las conoce como células anárquicas. El doctor Ignacio Mc Lean, miembro de la Sociedad Argentina de Mastología, explica que "al dividirse sucesivamente, este grupo de células conforma un pequeño tumor que irá creciendo de manera paulatina y, si no es detenido a tiempo, puede invadir los tejidos vecinos, los ganglios linfáticos regionales y también otros órganos del cuerpo".
Las personas que tienen mayores riesgos de desarrollar esta patología son las mujeres, de hecho, el cáncer de mama es el tumor maligno más frecuente en la mujer, y si bien puede afectar también a los hombres, la proporción es mucho menor (es cien veces más frecuente en la mujer que en el hombre). La edad también aumenta las probabilidades de tener esta enfermedad, afectando especialmente a aquellas mujeres cercanas a la menopausia, aunque en los últimos años se observa a nivel mundial, la detección de la patología antes de los 40.
Pese a que en la mayoría de las veces se desconoce la causa que provoca el desarrollo de la enfermedad, las investigaciones científicas han identificado los factores que aumentan estas probabilidades y aquellos hábitos que contribuyen a reducir el riesgo de cáncer de mama.
Además del sexo y la edad, otro de los factores de riesgo que se denominan "no modificables" -es decir, que no podemos evitar- y aumentan las posibilidades de que se genere la enfermedad, es poseer antecedentes familiares con cáncer de mama u ovario, haber tenido anteriormente ciertas enfermedades "pre-malignas" de la mama y la exposición a tratamientos con radiaciones sobre el tórax.
El especialista Juan Luis Uriburu, quien también es miembro de la Sociedad Argentina de Mastología, explica que el llamado "cáncer genético o hereditario", el cual ha tenido una gran difusión a partir del caso de la actriz Angelina Jolie, "es el factor de riesgo más importante, pero no el más frecuente. Esta mutación genética constituye alrededor del 5 al 8% de todos los cánceres de mama diagnosticados y puede sospechárselo cuando aparece en familias en las que padecieron la enfermedad más de un familiar de primer grado (madre, hermana, o hija), o más de dos de segundo grado (tía, abuela); a edades tempranas (menores de 45 años); en forma bilateral (afectando a las dos mamas); en miembros masculinos de la familia; o en ciertas etnias. El mastólogo, luego de evaluar la historia personal y familiar, y en caso de detectar que la paciente pueda tener este particular riesgo elevado, indicará la realización de pruebas específicas para identificar las mutaciones en genes como el BRCA 1 y BRCA 2, que puedan favorecer el desarrollo de la enfermedad".
El doctor Mc Lean explica que "en este grupo de mujeres denominadas de alto riesgo, o posibles portadoras de un cáncer hereditario por mutaciones genéticas, se pueden utilizar diversas estrategias preventivas, como ser el uso de medicamentos como el tamoxifeno (quimioprevención) que reduce aproximadamente un 50% el riesgo de cáncer de mama; cirugías de reducción de riesgo, que logran disminuir el mismo más de un 95%; o la ooforectomía (extirpación de los ovarios), que no solo previene el cáncer de ovario sino que también disminuye el riesgo de cáncer de mama, aunque en menor medida que la mastectomía".
Si bien, hasta el momento no existen vacunas para prevenir la patología y, como vimos, muchos de los factores de riesgo no pueden evitarse, existen otros que sí podemos controlar para reducir las posibilidades de desarrollarlo, como evitar el consumo desmedido de alcohol y el sobrepeso. "El ejercicio físico periódico, reducir el consumo de alcohol, incorporar frutas y verduras a la a dieta, disminuir el consumo de grasas y evitar el tabaquismo, actúan como factores protectores contra el cáncer de mama", aconseja Uriburu.
La clave para combatirlo está en la prevención secundaria, es decir, aquella que busca detectar el cáncer en sus etapas iniciales - cuando el porcentaje de curación es mucho más alto-, en personas que no poseen mutaciones genéticas, ya que estos son los casos más frecuentes.
Para lograr la detección precoz del cáncer de mama, es fundamental la consulta anual con el mastólogo -médico especialista en enfermedades mamarias-, para realizarse los controles correspondientes y la mamografía, que es la principal herramienta de diagnóstico temprano. "Las mujeres que no presentan ningún síntoma en las mamas y no tienen antecedentes familiares, deben efectuar una primera consulta a los 35 años, momento en el que se realiza la mamografía de base, y luego, a partir de los 40 se recomienda una mamografía mamaria anual, y en algunos casos también una ecografía, práctica que es de mucha utilidad como complemento del examen físico y de la mamografía. Aquellas mujeres que sí presentan antecedentes familiares de cáncer de mama, deben comenzar a realizar sus controles diez años más temprano que la edad a la que se enfermó el familiar. En estos casos, a la mamografía y ecografía, se les agrega una resonancia nuclear magnética mamaria, también de forma anual, y se aconseja la consulta cada 6 meses", desarrolla Uriburu.
El autoexamen mamario es una de las técnicas de prevención más difundidas y tiene la ventaja de que las mujeres pueden realizarlo solas en la comodidad de su hogar. Sin embargo, Ignacio Mc Lean advierte que "es discutible el alcance del autoexamen mamario en tanto método de detección precoz y en ningún caso reemplaza la consulta con el especialista. Puede funcionar para concientizar sobre la importancia del control mamario. Estar atentas a sus mamas, detectar cualquier cambio o signo que les preocupe – y que puede ser el primer indicio de un tumor mamario– es una práctica útil en tanto y cuanto las mujeres, sin importar la edad, acudan inmediatamente al mastólogo".
Entre los principales signos de alerta que deben atenderse en el autoexamen, los profesionales mencionan: palparse un nódulo o bulto, notar cierta deformación de la mama o retracción de la piel de la misma, secreción de sangre por el pezón, enrojecimiento de la mama o aparición de ganglios en las axilas".
Al respecto, Uriburu menciona: "Está demostrado que los tumores detectados por mujeres que realizan el autoexamen una vez al mes son, en promedio, de menor tamaño que aquellos descubiertos por mujeres que no lo practican o que no lo hacen con periodicidad, por lo tanto esta técnica sirve pero sólo como complemento a la visita al profesional, para controlarse durante los meses que transcurren entre una consulta y la siguiente. Cuando las lesiones ya son palpables, suelen tener al menos 1 cm de diámetro, lo cual significa que la enfermedad no se encuentra en sus estadios iniciales. Por supuesto, si notan un nódulo, es importante no perder la calma y recurrir al especialista para su estudio y control. Cuanto antes se detecte el tumor y se inicien los tratamientos, aumentan las posibilidades de curación y se aseguran mejores resultados estéticos".