El cáncer de cuello uterino (CCU) es un tumor maligno que afecta la parte inferior del útero. Es uno de los principales responsables de las muertes por cáncer en mujeres después del cáncer de mama y afecta fundamentalmente a mujeres jóvenes de entre 35-50 años.
Datos recientes del Instituto Nacional del Cáncer Argentino (INC), revelan que en nuestro país la cifra de casos nuevos de esta enfermedad es de, aproximadamente, entre 5000 y 2000 muertes anuales. Cifras que se registran constantes desde hace casi 40 años.
A pesar de ser prevenible y tratable con éxito total en sus estadios iniciales, continúa siendo un problema de salud grave en los países en desarrollo. Esa mortalidad evitable de la población femenina muestra la falta de programas de prevención eficaces y la carencia de acciones concretas para mejorar la calidad de la información de la población, así como la falta de seguimiento de las pacientes una vez detectadas. El cáncer de cuello uterino tiene mayor impacto en las mujeres socioeconómicamente vulnerables.
Desde hace casi 50 años se sabe que la infección por el virus del papiloma humano (VPH o HPV), es la principal causa necesaria para el desarrollo del CCU. Existen alrededor de 100 tipos de VPH, de los cuales 40 afectan a la zona genital y/o anal, que se dividen en 2 grandes grupos: los denominados de bajo riesgo oncogénico para las células del cuello del útero -que generalmente se asocian a las lesiones benignas como las verrugas y otras lesiones de bajo grado-, y los de alto riesgo, capaces de inducir cáncer (u oncogénicos) que son alrededor de 15 -los más comunes son los denominados 16 y 18-. Se sabe que los cambios celulares o lesiones malignas del cuello uterino son causadas en un 99% por la infección persistente de VPH de alto riesgo oncogénico.
El VPH es un virus común de transmisión sexual que afecta tanto a hombres como a mujeres, aunque en estas últimas es de alta frecuencia al inicio de la actividad sexual.
La mayoría de las personas lo eliminan espontáneamente del organismo al cabo de unos pocos meses por acción del sistema inmune (como ocurre con otros virus como los del resfriado o la gripe). Sin embargo, una proporción de las mujeres que no elimina el virus, corre el riesgo de que aparezcan lesiones malignas en el cuello uterino. El tiempo de desarrollo del CCU se estima que es de aproximadamente 10 años, lo que da un margen que posibilita ampliamente su detección. Es fundamental efectuar las pruebas o test que permitan la prevención del tumor maligno cervicouterino.
Actualmente existe una batería de estudios médicos no invasivos y absolutamente indoloros capaces de detectar estas afecciones a tiempo y por lo tanto de prevenir el CCU:
-La citología vaginal o prueba de Papanicolaou (PAP), que detecta alteraciones indicativas de que existe un posible riesgo.
-La colposcopía, que es un examen ginecológico específico que permite visualizar el cuello del útero para buscar posibles lesiones premalignas.
-El test de Captura Híbrida 2, una prueba de biología molecular que permite detectar específicamente la presencia de los distintos tipos de VPH, principalmente los de alto riesgo de inducción CCU, antes incluso de que existan alteraciones citológicas determinadas a través de los estudios del PAP y la colposcopia. Esto garantiza una identificación mucho más temprana de las mujeres con mayor riesgo de CCU. Por otra parte, la identificación de un valor VPH negativo permite recomendar una nueva determinación recién después de 5 años, con las ventajas que esto implica sobre todo en determinados grupos poblacionales. Es por estas notables ventajas que esta prueba fue incluida en las campañas iniciadas hace unos años por el Ministerio de Salud Pública de la Nación con la finalidad de reducir el riesgo de desarrollo de enfermedades asociadas al virus del papiloma humano, y así disminuir la incidencia y mortalidad por CCU en mujeres.
Desde 2011 se ha implementado en la Argentina una estrategia integral para la prevención del CCU que incluye distintas herramientas para alcanzar una efectiva reducción de la incidencia y mortalidad por esta causa y que son:
• El fortalecimiento de la realización del PAP, particularmente en mujeres de 21 a 29 años.
• La implementación del test de Captura Híbrida 2 como método de prueba de alta sensibilidad en mujeres a partir de los 30 años (no mucho antes para no generar sobrediagnóstico y sobretratamiento) y que permite el fácil seguimiento en caso ser diagnosticado.
• La incorporación de la vacuna contra el HPV al Calendario Nacional de Vacunación para niñas de 11 años, con la finalidad de inmunizar a las niñas contra el VPH y por lo tanto disminuir la incidencia del CCU. El Estado garantiza de este modo que todas las niñas nacidas después del año 2000 estén inmunizadas gratuita y obligatoriamente. El calendario contempla la aplicación de dos dosis con intervalo de 6 meses entre ambas. Desde la incorporación de la vacuna al Calendario Nacional en octubre de 2011, más de un millón de niñas están protegidas contra la infección por VPH.