En el invierno europeo y estadounidense pasado se ha producido un drástico aumento de los casos de enfermedades respiratorias estacionales (ERE). El número de hospitalizaciones y la tasa de mortalidad por esta causa se ha incrementado sustancialmente. El principal responsable es el virus de la Influenza -causante de la Gripe Estacional (GE)-.
Como ocurre todos los años, la situación en nuestro país remeda lo ocurrido en el hemisferio norte, lo que obliga a considerar medidas especiales para afrontar esta problemática que se avecina. Cada uno de los diferentes colectivos sociales deberá contribuir para alivianar el impacto de esta contingencia.
"La Gripe", es una enfermedad respiratoria aguda causada por el virus de la Influenza. Este virus puede causar cuadros de distinta gravedad en los humanos. Hay 3 tipos distintos de virus de la Influenza: A, B y C. El que tiene mayor capacidad para producir enfermedades serias es el tipo A. Esto se debe a que tiene 4 subtipos diferentes (H1N1, H2N2, H3N2 y H5N1, lo que hace que al sistema inmunitario le resulte más difícil reconocerlo y prepararse para eliminarlo del organismo. Ataca preferentemente al sistema respiratorio. Puede producir un cuadro leve (parecido a un resfriado común) o, por el contrario, desarrollar un cuadro con importante repercusión en el estado general, intensa postración y necesidad de internación. El estado inmunitario de la persona va a ser el principal determinante de la gravedad de la enfermedad.
Durante la temporada de bajas temperaturas, la casi totalidad de las personas va a ser afectada por una infección viral de las vías respiratorias. La enorme mayoría va a tener una un cuadro leve –resfriado común- causado por virus distintos al de la Influenza (parainfluenza, sincitial respiratorio, entre otros). Una pequeña proporción de todas las infecciones de las vías respiratorias corresponderán al virus de la Influenza tipo A. Y en solo un número reducido de personas se producirá un cuadro severo.
Los síntomas de la Gripe son los siguientes:
- Fiebre alta (en general mayor de 38.5 grados C)
- Mucosidad en la nariz
- Inflamación de la garganta
- Tos
- Ronquera
- Dolor de cabeza intenso
- Dolores musculares muy importantes
- Escalofríos
- Sudor excesivo
- Pérdida del apetito
El curso de la gripe puede ser muy diferente entre una persona y otra. En la mayoría evoluciona sin complicaciones, pero también hay casos con evolución difícil y desenlace fatal. La proporción de casos mortales es reducida. Sin embargo, no debe ser considerada como inofensiva. Los bebés, los ancianos y las personas con enfermedades crónicas o con algún déficit de la inmunidad tienen riesgo aumentado de cursar una enfermedad seria.
La gripe se puede prevenir mediante una vacuna. Debido a que los virus de la gripe cambian constantemente su estructura y, por lo tanto, en la siguiente temporada de gripe ya no se está suficientemente protegido, es aconsejable renovar la vacunación anual. Las vacunas recomendadas son una mezcla eficaz contra diferentes virus de la gripe. Es mejor vacunarse contra la gripe antes del inicio de la temporada de mayor circulación del virus, de preferencia en el periodo comprendido entre febrero y marzo. Con la vacunación contra la influenza, en un 60% de los vacunados se puede prevenir la enfermedad o limitarla a un curso leve y sin complicaciones.
La vacuna contra la gripe debe ser aplicada en personas mayores de 60 años, mujeres embarazadas, desde el segundo trimestre, niños entre 6 y 24 meses, niños, adolescentes y adultos con riesgo de salud debido a una enfermedad subyacente, como enfermedades pulmonares crónicas, cardiovasculares, hepáticas y renales, diabetes y otras enfermedades metabólicas, enfermedades neurológicas como la esclerosis múltiple, deficiencia inmunológica, e infección por VIH. También residentes de asilos y residencias de ancianos, personas con mayor riesgo de infección, como personal médico y asistencial, y el personal de instituciones con transporte público extenso.
La situación de la GE para este año se presupone compleja. Los diferentes colectivos sociales –familia, estado, obras sociales, medios- deberán participar activa y coordinadamente para disminuir el impacto que generará esta problemática.
En lo que al sistema de salud respecta, además de las medidas preventivas para limitar la propagación de la enfermedad, deberá asegurarse una adecuada atención de los casos que se presenten. Para ello es necesario aumentar tanto la oferta de los puestos de atención de los pacientes ambulatorios como la disponibilidad de camas para la internación de aquellos enfermos que lo requieran.
La disponibilidad de camas de internación es un aspecto deficitario de nuestro Sistema Sanitario. Suele suceder que durante la época invernal los hospitales, clínicas y sanatorios están colapsados y se internan pacientes hasta en los pasillos. Se presume que este año la situación se tornará aún más dificultosa que años anteriores.
La internación domiciliaria es un recurso sanitario de probada eficiencia para el abordaje de las enfermedades crónicas. Si bien los enfermos que necesitan hospitalización por una enfermedad respiratoria aguda generalmente no cumplen con los requisitos para su utilización –debido a su inestabilidad-, su creciente desarrollo seguramente contribuirá a liberar camas y a aumentar la disponibilidad de plazas hospitalarias para los pacientes que así lo requieran.