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Dom, Abr

No hay un camino, no hay una verdad, no hay una forma

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"Caminante no hay camino, se hace camino al andar..."

¿Podemos encontrar liberación en medio de tanta incertidumbre? Sí. Quizás, la más profunda que podamos experimentar. Si no hay verdades absolutas que encontrar o posibles desvíos de un camino al que hay que volver indefectiblemente; ¡qué alivio!; pero… ¡qué desafío!

¿Cómo hacerlo? Agudizar la sensibilidad hacia nuestro interior, atender las señales de placer y displacer es una fuente de información fundamental sobre esa versión de nosotros mismos que siempre pide salir, la que queremos y necesitamos ser; que quizás no hemos conocido, hemos perdido o adulterado en el recorrido de nuestra vida, ese recorrido que hemos encontrado posible al momento.

A veces ni siquiera se trata de “escuchar al corazón” porque en muchos casos lo hemos viciado bastante con nuestra mente y cuesta discernir. La vía de encuentro con nuestros sentimientos y necesidades más íntimas está en nuestro estómago. Las ganas y no ganas, la apertura y opresión se sienten desde allí e irradian hacia el pecho y la mente.

Hacer, experimentar, sentir. Sentir, experimentar, hacer. Experimentar, hacer y sentir. Así iremos transitando una cadena de sucesos enlazados con estos eslabones en el orden que vayan proponiendo las situaciones. Lo nuevo, entonces, aparece y estaremos más sensibles para poder identificarlo y desarrollarlo.

¿Cuándo necesitamos transitar otros caminos y/o encontrar otras formas de pensar y sentir para continuar el mismo? Cuando nos quejamos y sufrimos por las mismas cosas (voces afuera/ voces adentro). Cuando nos pasamos pensando cómo resolvernos, encerrados en nuestra mente y cerrando las fronteras de expansión de nuestra alma. El correlato es una rigidez de ideas que se repiten e insisten sin posibilidad de arrojar un saldo diferente, sin opción a que "lo nuevo", que pueda funcionar como una liana que nos eleve y nos transporte hacia el cambio, emerja.

También el cuerpo acusa recibo: se paraliza, se enferma, cambia de forma “encarnando” lo que no podemos manejar en un plano imaginario o simbólico con plasticidad. Así es que entramos en un círculo vicioso que nos hace creer que hemos llegado hasta el punto máximo de nuestras fuerzas y que no hay más por hacer. Seguramente así sea; pero entonces sólo estaremos confirmando que es hora de enfrentar el desafío (apasionante) de cambiar las formas, de dejar los recursos conocidos y probar otros; de andar el propio camino, no tan lineal como se pretende, lleno de curvas y contracurvas, quizás las nuestras vistas desde afuera.

El propio camino nos requerirá ser iniciado, o inaugurado, con la adrenalina esperanzadora de plasmar las primeras huellas, pudiendo ver el recorrido hacia atrás, sólo si es necesario, pero sin saber qué pasos marcaremos hacia adelante.

Hacerse cargo de la posibilidad de satisfacción y el efecto energético positivo en uno mismo y en los otros, aún cuando paguemos un alto costo por el cambio profundo que esto implica, siempre será menor al costo de vivir una vida que no es la propia, de andar un camino que no nos gusta. 

¿Hacia dónde vamos? No sabemos, nunca lo sabemos. Sólo un final es inevitable y seguro, la muerte. Mientras tanto el único objetivo que debemos plantearnos es el de vivir en la mayor plenitud posible. No se necesitan "cosas", se necesita "ser" y la expresión de nuestro ser nos conducirá a las personas y a las cosas que necesitamos. 

Conectados con nuestras sensaciones de placer y displacer, la mejor brújula con la que podamos contar está en nuestro poder. Lo que nos entusiasma vibrará cada vez mas fuerte, haciéndose notar para que nos deslicemos desde allí hacia nuestros proyectos, día a día, momento a momento. 

Habrá más imprevistos de los previstos, sí, señal de que estamos generando y transitando nuevos espacios; habrá conflictos desconocidos que nos harán sentir sin referencias, sí, señal de que estamos gestionando nuevas formas de relación con el mundo que nos permitirán evolucionar.

La realidad no es una cosa rígida, inquebrantable; es una construcción socio-cultural, colectiva de la cual somos parte; pero que nos trasciende. Aunque se nos imponga, podemos moldearla desde nuestro interior proyectando nuevos sentidos que la hagan perceptiblemente diferente y más habitable en acciones que tengan que ver con nosotros.

Es interesante y apasionante afrontar el trabajo de acondicionar nuestra existencia con los colores, elementos y sentimientos de nuestra alma. Hablando y haciendo en chiquito, pequeños detalles, gestos, cambios de actitudes y hábitos, van configurando un nuevo paradigma personal y contribuyendo a construir uno nuevo social.

Que la salud o enfermedad no se defina por recorrer o no los caminos conocidos, instituidos por otros; sino por recorrer o no los caminos de nuestra misión en la vida, la del sentido que le queramos dar.

La realidad es tan maleable que sólo la falta de creatividad explica la mentira y la imposibilidad de ser uno mismo.

¿Qué sentido queremos darle a nuestra vida? Buena pregunta para percibir una posible orientación y rumbear.