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Mar, Abr

Veinte años no es nada...

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Los hombres y las mujeres tenemos muchas similitudes y contrastes que nos permiten encontrarnos, atraernos, desearnos. Nuestros cuerpos están creados para unirse y disfrutarse. Pero quiero contarles en esta nota una diferencia curiosa: el auge del deseo y del interés por la sexualidad en el hombre y en la mujer. 

La cúspide sexual en los hombres coincide con la etapa de la pubertad, experimentan su mayor capacidad sexual alrededor de los 17 ó 18 años, y de ahí en adelante los varones muestran una disminución constante. En las mujeres, en cambio, cerca de los 40 y pasados algunos años también, la libido disminuye a un ritmo relativamente más lento que en los hombres.

Cabe considerar que la necesidad de sexo nunca desaparece, pero la capacidad sexual masculina responde directamente a su estado de intensidad hormonal que es más “instintivo”; en cambio el femenino, aparece relacionado con la aceptación de su cuerpo, al mayor conocimiento sobre la sexualidad y a la experiencia.

En relación con esta condición podemos encontrar respuesta a la atracción bastante frecuente entre mujeres de treinta, o más años, con muchachos jóvenes. Ellas hablan de esta experiencia sexual como increíble, por la capacidad y la energía que ellos tienen; y a su vez éstos quedan fascinados con la relajación y la experiencia de sus compañeras.

Se me ocurrió tocar este tema porque son muchas las personas que se preguntan por qué los auges sexuales de las mujeres y los hombres transcurren en etapas tan diferentes. La influencia cultural y social en la sexualidad es clara tanto en la respuesta femenina como en la masculina.

Esto es un dato más que habla de la complejidad de la sexualidad humana, de la influencia de la enseñanza, de las creencias y la cultura en la que vivimos, que nos atraviesa en todos los aspectos vitales y por supuesto también, en nuestra vida sexual.