La piel es el órgano más extenso del cuerpo humano y requiere de cuidados específicos para mantener su vitalidad, elasticidad y buena salud. Llevar a cabo una rutina básica de limpieza facial es lo que hace la diferencia, ya que poco sirve disfrutar de tratamientos profesionales de vez en cuando si en el día a día no cuidamos nuestra piel adecuadamente.
Para cumplir con una rutina diaria efectiva es fundamental seguir tres simples pasos. Con ellos garantizamos la limpieza, luego la hidratación y, posteriormente, la protección solar.
También es importante consultar con un especialista para que recomiende qué productos son mejores, según el tipo de piel. Ello evitará utilizar productos equivocados que pueden provocar pieles engrosadas, poros dilatados o puntos negros.
Además, el cuidado diario debe combinarse con tratamientos semanales, como la exfoliación; y mensuales, como máscaras faciales. Aquí reitero el mismo consejo: cada piel es un mundo y por lo tanto, un profesional sabrá indicarnos qué productos son mejores para cada persona.
Finalmente, una importante sugerencia es variar los productos en las rutinas porque es primordial para la estimulación de la piel.