Muchas veces, nos sentimos estancadas, en una rueda que no nos lleva a ningún lado. Queremos algo mejor, pero no sabemos cómo lograrlo, entonces nos lanzamos a la aventura de probar aquello de "si querés resultados distintos, no hagas siempre lo mismo". Sin embargo, la única manera de conseguirlo es, en realidad, yendo un paso más atrás. Te lo cuento en esta nota.
¡Adiós a la tiranía del cómo! Prioricemos el para qué
Cuando descubrimos nuestro para qué, es decir, el propósito de lo que sea que queramos hacer, conectamos con una conclusión tan profunda que nos impulsa de forma directa a lograrlo. Cuando queremos cambiar algo, muchas veces no sabemos cómo hacerlo, nos quedamos atascadas en la tiranía del cómo y ahí abandonamos. Cuando trabajamos en el para qué y mantenemos nuestro foco en nuestra meta, en lugar de la línea de partida o del lugar en el que estamos, nada nos detiene
¿Y qué pasa cuando queremos crear resultados diferentes?
Para obtener resultados diferentes es necesario cambiar el foco, cortar con lo mismo que hacemos habitualmente. Si para hacer algo distinto partimos del mismo lugar de siempre, muy probablemente no logremos un cambio, y eso nos generará más frustración. Esto se debe a que seguimos siendo la misma observadora. Logramos el cambio cuando podemos ver la situación de un modo diferente; cuando transformamos nuestro ser y, por ende, al observador qué somos.
¿Alguna vez te pasó que, por ejemplo, querías generar más ingresos y entonces invertiste en más publicidad, más folletos, o hiciste más newsletters, pero tus resultados no se incrementaron en la misma proporción que el tiempo y dinero invertido? Eso se debe a que, aunque creemos que estamos haciendo algo diferente a lo que veníamos haciendo, en realidad solo estamos haciendo más de lo mismo. El verdadero cambio está en ir un paso más atrás y cambiar el foco (sobre el negocio, sobre cómo lo hago, qué hago, para qué lo hago y mucho más) para luego sí generar estrategias (publicidad, marketing o lo que sea) que nos permitan alcanzar nuestros objetivos.
Entonces, antes de hacer algo distinto, probá ir un paso más atrás para transformar a la observadora que sos, ver la situación desde otro lado, porque cuando lo hacés se abre un mundo de posibilidades que hasta ese momento ni siquiera sabías que existían.
Para abordar este tema podemos pensar en el estudio de Agnes Heller, que plantea la teoría del núcleo y el anillo para hacer un análisis profundo sobre el campo de las ciencias sociales, pero sus conceptos son aplicables también a la comunicación diaria. En palabras sencillas, y haciendo un paralelismo con la vida cotidiana, el núcleo sería el hecho, mientras que el anillo está compuesto por las diferentes interpretaciones.
Todas las personas hablamos, opinamos, interpelamos y somos interpeladas desde la posición en la que nos encontramos en ese anillo, sin excepción. Esto quiere decir que, incluso despojándonos de cualquier tipo de subjetividad, de juicio, de opinión, no podemos más que ofrecer una versión de lo que está sucediendo.
En Coaching solemos hablar del "puntito" para hacer referencia a ese lugar desde el cual vemos e interpretamos la vida, el ámbito de trabajo, nuestra empresa, etc. Todas estamos en un puntito y (nos) hablamos desde ahí. Cuando con el acompañamiento del Coaching - a través de preguntas poderosas - logramos traspasar un poco ese "puntito" y cambiar la observadora que somos, nos abrimos al sinfín de cosas que no sabemos y empezamos a aprender. Esto sucede porque comenzamos a ver el ámbito laboral, a nuestra carrera profesional, a la organización a la que pertenecemos o a nuestro modo de liderar cada proyecto desde otro lugar.
Eso es cambiar el foco: abrimos un universo de opciones, simplemente y gracias a cambiar el punto de vista con el que miramos la realidad.
Para cambiar el foco, muchas veces es preciso animarse a pasar por la experiencia de, primero, perderlo. Desenfocarnos, un rato al menos. Es muy similar al cambio de anteojos: ese ratito sin los lentes puestos también es necesario y bienvenido porque la verdad es que hasta que no encontramos la nueva graduación que nos ayudará a ver mejor, no sabemos qué enfoque será el adecuado. Se trata de transformar a la observadora que somos.
Por lo tanto, amiguémonos con ese período de incomodidad en el que vemos todo fuera de foco -mientras probamos una y otra lente- porque es indispensable para que podamos encontrar nuestro nuevo enfoque, ese que nos permitirá avanzar. Necesitamos abrirnos al no sé. Para llegar a un verdadero cambio, debemos modificar los anteojos con los que estamos mirando la vida.
Por último, quiero reforzar la idea de que todas las personas estamos siendo.
Por eso, es posible que el foco cambie seguido, porque vamos transitando la vida, llegando a distintas metas, creando nuevas necesidades, consiguiendo cosas que queríamos, aprendiendo nuevas maneras de actuar, ¡y todo el tiempo vamos teniendo nuevas cosas por descubrir!
Si aprendemos a cambiar el foco, cada vez que lo necesitemos lo haremos de un modo más rápido y fácil para crear el camino a nuestra mejor versión.
Aplicable a empresas, líderes, emprendedores, ONGs, y fundamental para equipos de trabajo y organizaciones que quieren crecer. Las invito a perder el foco todas las veces que sea necesario, cada vez que sientan que precisan un cambio, y a que abracen ese momento con todas sus fuerzas mientras buscan la lente que mejor va con cada una de ustedes.