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Lun, Abr

¿Falta o abunda?

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Soy una persona intensa, pasional. Más de las veces prefiero la pena a la quietud de algún lugar seguro que no me haga sentir. Las pasiones no son pasibles de ser manejadas, existen como pasiones y soportan muy poco los esfuerzos de racionalización. Está bueno "huracanarse" y no está mal "poner en el ojo el huracán" como una solución de compromiso conveniente. ¿Una abundancia acotada para que sea posible, es igual a la falta?

Cualquiera sea el estilo de nuestra existencia, aún aquel que nos mantenga en un eje cercano a la plenitud, siempre sentimos que "algo" nos falta. Últimamente pienso que no falta nada, en todo caso abunda, y que no podemos estar tranquilas con nuestras elecciones. De esta manera ¡somos nosotras las que faltamos a nuestro presente! y así, además de no tener lo que nos falta, tampoco tenemos lo que tenemos. Mmmm... ¡que manera poco inteligente y tan común de quedarnos siempre en rojo!

Aprender a vivir con la falta, sugiere aceptación pero por sobre todo, movimiento. El vacío puede ir mutando del contenido del que carece, y así evolucionamos. La lógica del ser es multivariada.

Un movimiento intenso, profundo, comprometido genera placer en sí mismo. El lugar hacia donde vamos de seguro no existe, ese está en nuestra mente, ¡no tiene por qué existir!; pero podemos ir igual a pasear para encontrarlo tal como es.

El camino puede tener demoras. La ansiedad posmoderna no distingue procesos de fracasos. Esa es otra forma de debitar existencia innecesariamente.

Cuando lo que falta me genera angustia, apuesto a no evitarla sino a sentirla con profundidad, descubrir en ella un mensaje y tratar de resurgir desde allí con un nuevo proyecto de vida tan importante como salir a caminar y dejar que el sol me acaricie o me pegue en la cara.

No falta, abunda. Hay tanta realidad en un instante que desatenderlo y mirar hacia el futuro es un exceso de nada.

Movernos y acomodarnos en cada momento con nuestras debilidades y fortalezas de manera tal que no seamos nosotros los que faltemos en cada escena, es muy posible; tan posible que, proporcionalmente, nos sobran excusas para ausentarnos.

El miedo a hacer, ¡el miedo a ser!, es pérdida de tiempo, de experiencia, de oportunidades que se encuentran en la vida... siempre.

Todos tenemos oscuridades. Muchas veces desde ahí se ve mejor la luz, sólo hay que abrir los ojos.