¿Qué es un trastorno bipolar?

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Los trastornos bipolares se caracterizan por episodios depresivos que se alternan con  otros de exaltación del ánimo, (llamados maníacos o hipomaníacos, según la gravedad), de forma muy distinta a una simple inestabilidad anímica.

 

Estas fluctuaciones persistentes en el ánimo y en el nivel de energía, llevan a una alteración en el funcionamiento laboral o social, impactando tanto sobre la vida de quienes lo padecen como en la de sus familiares, amigos y cuidadores.

Los especialistas de la Fundación Ineco brindan las claves para conocer más sobre esta enfermedad que, generalmente, comienza a manifestarse entre los 15 y 30 años de edad y es una de las principales causas de discapacidad en las personas jóvenes.

¿Es un trastorno frecuente entre la población?

Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), unas 60 millones de personas en el mundo padecen Trastorno Bipolar en alguna de sus formas, esto es, aproximadamente, un 5 % de la población. En Argentina se estima que un 3.5 % la sufre en algún momento de su vida.

¿Cuáles son sus causas?

El curso de la enfermedad es muy variable y afecta, en forma significativa, la calidad de vida y las posibilidades de realización de las personas afectadas. Al momento sus causas no están claras pero, según lo indica el Dr. Julián Pessio (M.N. 126.916), coordinador de la Clínica de tratamientos de pacientes con trastorno bipolar de Ineco, se debería a complejas disfunciones en la dinámica cerebral, determinadas, en la mayoría de los casos, por una predisposición genética.

“Sabemos que el trastorno bipolar se distribuye en forma familiar, aunque no conocemos cuál es el gen involucrado, lo más probable es que se deba al efecto sumatorio de un grupo de genes. La interacción de éstos con factores ambientales como el estrés, serían determinantes en el inicio y desarrollo del trastorno”, indica Pessio. En este sentido, remarca, que no depende del estilo de crianza ni de traumas psicológicos de la infancia o de cuestiones vinculadas a la voluntad de las personas que los padecen.

¿Existen diferentes tipos de trastornos bipolares?

En los equipos especializados, actualmente se trabaja con una clasificación que al menos acepta cuatro tipos diferentes de Trastorno Bipolar. La forma más conocida, aunque no la más frecuente, es el Tipo I, en el que se combinan episodios depresivos con maníacos completos. Por el contrario, la manifestación más habitual es el Tipo II, en el que predominan netamente los sucesos depresivos combinados con los hipomaníacos.

¿Es fácil diagnosticar esta enfermedad?

El retraso en el diagnóstico es uno de los mayores problemas porque se asocia a una peor evolución, con mayor impacto sociolaboral y menor calidad de vida. Más de la mitad de las personas con Trastorno Bipolar deben esperar varios años entre que realizan la consulta y reciben el diagnóstico con su tratamiento adecuado.

¿Cómo saber si soy bipolar?

Las personas que sufren esta enfermedad no cambian permanentemente su estado de ánimo sino que tienen alteraciones graves y duraderas del humor, que desequilibran su funcionamiento social o laboral. La idea que los cambios en el estado de ánimos son el único síntoma que presenta la persona bipolar está arraigada en el imaginario popular, pero existen gran variedad, como alteraciones en el sueño, en la alimentación, en el nivel de energía, la atención, la memoria, la capacidad de sentir placer y, a veces, de tener un juicio racional”, describe el Dr. Pessio.

Como el diagnóstico no es sencillo debe ser realizado por expertos en el tema y con minuciosas entrevistas clínicas con el paciente y sus familiares, ya que no se cuenta aún, con estudios complementarios de laboratorios y de imágenes que puedan confirmarlo.

La Dra. Clara Rodriguez, médica psiquiatra, destaca que alrededor del 65% de los afectados tiene otra condición psiquiátrica asociada, como trastornos de pánico, de ansiedad generalizada, obsesivo compulsivo, fobias y de personalidad y abuso de sustancias.

¿En qué consiste el tratamiento?

Los especialistas de Ineco coinciden en que disminuir la inestabilidad de los estados de ánimo es el objetivo básico de todo tratamiento. Lo primordial es la recuperación funcional para que la persona pueda volver a realizar las mismas actividades sociales y laborales que hacía antes de la enfermedad. “Para ello se requieren fármacos estabilizadores del ánimo, tratamiento psicoterapeútico y, de ser necesario, rehabilitación cognitiva”, finaliza Julián Pessio.