Más allá de la pandemia de COVID-19, el lavado de manos es un hábito que una vez adquirido no debemos abandonar. Nuestras manos se contaminan con gérmenes que pueden causar diarrea, gripe y otras enfermedades como el síndrome urémico hemolítico, Hepatitis A; y en el ámbito de la atención sanitaria, infecciones potencialmente graves que afectan a los pacientes hospitalizados.
Es la Organización Mundial de la Salud quien hace un llamamiento a los centros de atención sanitaria para que eviten las infecciones asociadas a la atención a través de la higiene de las manos y la prevención y el control de las infecciones.
En este marco, resulta de interés recordar cuándo debemos lavarnos las manos:
-Antes, durante y después de preparar alimentos, de atender a alguien enfermo, y de revisar o curar una herida.
-Antes de comer y de amamantar.
- Después de ir al baño, de cambiar pañales, de tocar un animal y de tocar basura.
La higiene de manos es una medida simple, económica y eficaz para evitar la transmisión de enfermedades y se convierte en un pilar para los equipos de salud, ya que es un paso elemental para lograr los estándares de calidad que requiere la atención. No abandonar este hábito se convierte en una acción de salud pública.