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Jue, Abr

Comprar con él o sin él, that is the question

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Cansada de ciertas variables enojosas con los hombres, a la hora de comprar y de haber acudido en pos de ayuda al oráculo del libro: los hombres son de Marte y las mujeres unas venusinas sin remedio, decidí consolarme, porque es inevitable, aunque sabemos que es difícil salir con ellos de compras, insistimos en llevarlos al supermercado. 

En eso, la mayoría de los hombres son lobos solitarios, les gustan hacer las cosas solos, solitos con su alma; o en su defecto, con otro par, que seguramente entiende de todo lo que ellos entienden, mucho más que nosotras; así hubiéramos hecho un exhaustivo trabajo investigativo al respecto y  aunque el susodicho congénere sea un novato en el asunto en cuestión. 

Claro, habría que acordarse a tiempo, o refrescar la memoria, que para la visita guiada, para ellos no hay mejor cosa que llevarlos al sector de venta de artículos para autos. Y los miran y los vuelven a mirar  una y otra millón de veces más. Están también los fanáticos por el jardín, y buscan por ejemplo el último grito en podadoras, y nosotras, los miramos tratando de invocar a los Dioses, para que nos salga un, está bien, comprala. De paso intentamos dilucidar la importancia de las velocidades de una  podadora, para definir conjuntamente con él, cuál es la más TOP para comprar, a sabiendas que su entusiasmo durará un día y después miraremos a la dichosa podadora con cariño cada vez que se cruce en nuestro camino; estorbándonos.

Pasamos por el stand de los electrónicos y miramos su cara de embobado y nos sometemos a una interminable lección de electrónica para usar el aparato cuando nos lo preste, que será….nunca!!!

Cuando están obsesionados con algo, comprobamos que hasta nuestra mirada más hot y seductora pierde su efecto, y minutos antes de que cierre el súper, tironeamos de él y conseguimos arrastrarlo a nuestro objetivo. No sin que antes le dedique una larga mirada lánguida a lo observado y nos reparta culpas diciendo cosas como: "ves, siempre lo mismo, a lo que te gusta me llevás encantada y yo con vos no te puedo tener al lado ni medio segundo". Inútil es acotar que hace una hora que estamos de plantón mirando lo mismo, de frente, perfil, contorno y cintura que ya por poco lo aprendimos de memoria y que lo tendremos en cuenta para su cumpleaños, día del padre o san cono.

Eso en el mejor de los casos, porque están los otros que toman el carrito del supermercado como si fuera un fórmula uno. Arrancan, pierden medio segundo cronometrado por reloj y  hasta la línea de cajas no paran; con nosotras jadeantes a su lado. Pero por las dudas te resignás y lo seguís aguantando, porque lo querés con toda el alma, toda. 

Si es un carnívoro empedernido y vos luchás con la dieta y las tentaciones; tratará de convencerte de las bondades de un buen novillito mientras vos te imaginás la cara del pobre animalito momentos previos a faenarlo y rotundamente te negás, diciendo: estoy a favor de la sociedad protectora de animales, fueran quienes fueran y protejan lo que protejan. 

Disimulados o abiertamente, los hombres hacen lo posible por evitar el rubro ropa, pero si no lograron eludirlo o eludirte, ponen cara de desesperados en la prueba del probador, haciendo malabarismos con el millón de prendas que le diste a sostener. Y, a los suspiros pero medio resignado, pregunta: ¿te falta mucho?,  mientras que soltamos de golpe el aire que aguantamos para tratar de maternos en el pantalón para contestarle un agónico, frustrado y mentiroso: no querido, y arremetemos ¿por qué? A riesgo de oír la soberana y temida respuesta: que lo estamos matando de ¡aburrimiento!

Sobre el cierre del horario del supermercado, la cara es proporcional a los números que va sumando la cuenta.  Lo nuestro siempre es improducente, improcedente y afines, y lo va descartando del carro. 
Al llegar a casa, el reclamo, y luego siempre se va tras el diario y/o tv, pero si no hace el sacrificio de desembolsar y guardar, OH, milagro empieza y ¿esto para qué sirve? Repreguntando si no era mejor desembolsar sola y no aguantarlo. 

Mejor no recordarlo. La próxima, ¿voy de nuevo con él? That is the question.