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Dom, Abr

Los grandes desafíos de las mujeres emprendedoras

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Los emprendedores son fundamentales en la economía del país ya que los pequeños y medianos negocios son los principales generadores de crecimiento económico.

 

 En los últimos 20 años, el rol de la mujer ha crecido notablemente en el ecosistema emprendedor. Cada vez hay más emprendedoras para conciliar su desarrollo personal con el profesional. Mujeres que emprenden por una necesidad económica, impulsadas por la necesidad de "tener tiempo" para su vida privada o en búsqueda de la autorrealización.

 
Sin embargo, el Reporte global sobre el estado de las pequeñas empresas indica que los negocios liderados por mujeres en el país tienen 10% menos de probabilidades de estar operativos o participar en actividades generadoras de ingreso que aquellos que son dirigidos por hombres.

 
Y es que ser madres y emprendedoras es un gran desafío, sobre todo en un contexto en donde la desigualdad de género no les juega a favor.

 
La participación masculina en los negocios es histórica y las mujeres deben allanar terreno, el famoso techo de cristal no es un mito, es una realidad y demuestra cómo a las mujeres les cuesta mucho más llegar a posicionarse en los negocios, enfrentándoses a dificultades que están relacionadas con esa diferencia.
 
Emprender lleva tiempo, requiere inversión y se necesita de ayuda de familiares o colaboradores para poder afrontar las responsabilidades y lograr diversificarse en las actividades cotidianas.

 
Emprendimiento desde la perspectiva de género


Existen múltiples formas de encarar proyectos pero entre las mujeres hay temas que les son comunes sólo por el hecho de ser mujeres: la voluntad de ser madres y la decisión de cuidar a los hijos, el embarazo y la lactancia, la falta de acceso a créditos y a información clave para llevar a cabo proyectos.

 
Emprender es una salida laboral frecuente para muchas mujeres que buscan la flexibilidad horaria que le permitan conciliar la vida laboral con la familiar y/o social, para ser "jefas de su vida" y "dueñas de su tiempo". Incluso, muchas emprenden en paralelo a su empleo en relación de dependencia, hasta poder tener la confianza en sí mismas y adquirir los ingresos que le garanticen la estabilidad para dejarlo. Este proceso, es parte de la búsqueda por la autonomía financiera.
 
Sin embargo, la informalidad y la falta de un plan de acción estratégico pueden impedir que el emprendimiento pueda desarrollarse y escalar. Por el contrario 7 de cada 10 emprendimientos fracasa antes de los 5 años y 1 de cada 4 no llega, ni siquiera, a cumplir el primer año.

 
Uno de los mayores desafíos para las emprendedoras es convertir su idea o su vocación en un negocio sano, sostenible y rentable.


Comenzar un negocio propio es un camino cuesta arriba. Requiere planificación, proyección, visión a largo plazo, formación constante pero, sobre todo, una actitud emprendedora, el ser proactivas y tener inteligencia emocional para seguir a pesar de los miedos y demás creencias limitantes con las que las carga la sociedad.

 
La mujer emprendedora es empoderada porque sabe que tiene el superpoder de reinventarse constantemente y transformar su vida y la de todos los que la rodean. Emprendiendo desde el propósito, sabiendo por qué hacen lo que hacen les permite avanzar a pasos firmes.

 
Con cada decisión que se toma se define el futuro. Son los momentos más difíciles los que definen quiénes vamos a llegar a ser. Con tenacidad el resultado será gratificante ya que se alcanzarán los objetivos.