Trastornos de la coagulación sanguínea

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La coagulación normal de la sangre es un proceso complejo en el que células sanguíneas (plaquetas) y distintas proteínas de la sangre (factores de coagulación) se aglutinan para cicatrizar vasos sanguíneos dañados y controlar la hemorragia.  

Las coagulopatías (trastornos del sistema de coagulación de la sangre) ocurren cuando los factores de coagulación faltan o se dañan, o cuando hay problemas con la cantidad o la función de las plaquetas. Esas coagulopatías incluyen trastornos de sangrado (hemorrágicos) y de coagulación (trombóticos o estados de hipercoagulación). En el primer caso, la sangre no coagula lo suficientemente rápido, por lo que el proceso puede ser prolongado o excesivo. Y en el segundo, por el contrario, la sangre coagula demasiado rápido y puede generar coágulos en las venas o arterias. 

Es decir, que por trastornos de coagulación se entiende tanto el exceso como el déficit de factores plasmáticos de coagulación y/o de plaquetas sanguíneas. Éste último es más común y ocasiona una mayor facilidad para las hemorragias.  

Cuando el problema está en el exceso, los trastornos directos se manifiestan en la dificultad de la irrigación de los tejidos (vulgarmente denominada sangre espesa). 

Respecto a las causas de las coagulopatías, algunas son hereditarias, mientras que otras se contraen debido a alguna enfermedad o a tratamientos con ciertos medicamentos.

Como efectos colaterales, de acuerdo al caso, se pueden producir trastornos en la irrigación de los tejidos o problemas de hemorragia frecuente. En ambas circunstancias, si se dan cuando una mujer está esperando un hijo, se verá alterado su embarazo pudiendo ocasionar la pérdida del mismo. 

En los trastornos de coagulación, el más fácil de detectar por los síntomas es el déficit de factores de coagulación de plaquetas, ya que lo primero en aparecer van a ser hemorragias de encías, digestivas, ginecológicas ó urológicas. 

En el exceso de plaquetas se visualizan trastornos a nivel de las extremidades (dedos de manos y pies) y alteraciones en la coloración y temperatura de la piel, que tiende a volverse fría y azulada. 

Para diagnosticar los trastornos de sangrado y de la coagulación se hace una historia clínica, un examen físico y análisis de laboratorio. Los análisis de sangre incluyen hemograma completo, tiempo de protrombina y de tromboplastina parcial activado, recuento de plaquetas, y pruebas para verificar la velocidad de coagulación de la sangre y las deficiencias de proteínas de la sangre. 

El tratamiento dependerá de cuál sea el factor que esté alterado en más o en menos cantidad y podrá incluir: reposición del factor, transfusión de plasma fresco o congelado, transfusión de plaquetas u otras terapias. El médico especialista será quien determine el tratamiento a llevar a cabo. 

No existen medidas preventivas para los trastornos hemorrágicos hereditarios. Puede intentarse evitar ciertos fármacos que puedan causar alteraciones sanguíneas y principalmente, en caso de padecer una alteración de la coagulación, evitar situaciones de riesgo que puedan conllevar traumatismos y sangrados. 

Quienes padezcan estos trastornos pueden tener una vida totalmente normal, si siguen estos consejos e indicaciones de su médico al pie de la letra. Esto involucra medicaciones específicas, cuidados higiénicos-dietéticos, y controles periódicos clínicos y de laboratorio.