Hay una creciente tendencia en las redes sociales a proponer saltar o rebotar para activar sistema linfático y combatir retención de líquido o hinchazón en rostro y en el resto del cuerpo. Pero lo que nadie te cuenta es que esta forma rápida de activación podría traerte más problemas que beneficios al aumentar de manera reiterativa la presión intraabdominal y pélvica.
Acá te explico qué tienes que tener en cuenta para que esos saltitos o rebotes no provoquen o agraven disfunciones de tu suelo pélvico como por ejemplo prolapsos o incontinencias por esfuerzo.
La presión intraabdominal es un efecto fisiológico natural del organismo. Es la presión que existe dentro de la cavidad abdominal, región del cuerpo que contiene los órganos abdominales como el estómago, los intestinos, el hígado, y el bazo, entre otros. Para que sea más gráfico, imaginá que entre nuestro diafragma y nuestra pelvis hay un gran globo, cuando aumenta la presión es como si empujaras ese globo desde arriba hacia abajo.
Esta presión cumple varias funciones importantes en el cuerpo, como estabilizar la columna vertebral y proporcionar soporte para ciertas actividades físicas. Es un mecanismo natural de protección.
Cuando aumenta la presión intraabdominal al estornudar, toser, reírnos o al perder el equilibrio en condiciones normales, la musculatura abdominal, lumbar y pélvica se contrae al mismo tiempo para darle estabilidad a la columna vertebral y prevenir lesiones. Pero, hay factores de riesgo, patologías o actividades físicas reiterativas que resienten la gestión natural de esa presión intraabdominal, de modo que cuando aumenta la presión, la musculatura ya no se coactiva como debiera.
Está fuera de todo cuestionamiento que saltar, rebotar y correr (entre muchas otras actividades) aumentan de manera reiterativa la presión intraabdominal. Si es malo o bueno dependerá del estado de la musculatura abdominal, lumbar y pélvica.
Cuando nuestra musculatura abdominal y pélvica no tiene un tono de base, ya sea por haber dado a luz, por falta o también por exceso de actividad física, nuestro cuerpo no reacciona de la misma manera y se vuelve difícil gestionar la presión intraabdominal. Y es justamente allí, donde podemos provocar o agravar aún más disfunciones de nuestro suelo pélvico, tales como prolapsos (descensos de cualquiera de nuestros órganos internos viscerales) o incontinencias urinarias y/o fecales por esfuerzo (pérdidas de orina y/o materia fecal).
Por esa razón, antes de realizar este tipo de actividades, es preciso que controles el estado de tu faja abdominal y de tu musculatura pélvica, de modo que puedas empezar a prevenir disfunciones del suelo pélvico e, incluso, revertirlas si es que ya las tienes.
Ahora bien, ¿necesitás saltar para activar tu sistema linfático? Por supuesto que no. Si necesitás abrir tus ganglios linfáticos, activar tu sistema linfático, eliminar toxinas, mejorar tu energía y controlar tu peso no necesitás hacer los 100 rebotes por día que muchas influencers recomiendan desde sus cuentas, sin ningún tipo de cuidado o advertencia.
Todo lo que precisás es una rutina de activación linfática simple, amorosa y efectiva que te permita cuidar tu cuerpo de forma placentera, dándote herramientas que te ayudan a sentirte bien y en armonía.