María Callas fue una soprano griega que dejó importantes huellas en la ópera. Si bien su timbre de voz no fue bueno, supo tomar esa desventaja como una fortaleza, y gracias a ello y a su gran profesionalismo, llegó a ser la mejor en su género. Dio que hablar, tanto por su mal carácter y su vida sentimental junto a un magnate griego, como por sus impresionantes interpretaciones de sus obras.
Cecilia Sophia Anna María Kalogeropoúlou nació el 2 de diciembre de 1923, en Nueva York, Estados Unidos. Su padre era George Kalogeropoulos, farmacéutico, y su madre Evangelia Dimitriadis, ambos emigrantes griegos. Como pertenecían a una clase media baja, George puso un negocio familiar al que llamó Callas, para tener una nueva entrada de dinero.
María a los 9 años tomó clases de piano, y comenzó a interesarse por la música. El vínculo que tenía con su madre no era el mejor, porque quería que su hija se dedicara al canto para salvar económicamente a la familia. Además de eso, como la adolescente no era bonita a causa de su miopía, su cuerpo desgarbado y sus varios kilos de más, la comparaba con su otra hija y la hacía sentir que lo único bueno que tenía era su voz.
En 1937 sus padres se separaron y ella viajó a Grecia con su mamá y su hermana Yacinthy (Jackie). Allí continuó estudiando música en el Conservatorio Nacional de Atenas, en donde tenía de maestras a importantes sopranos. Al año siguiente debutó en Cavalleria rusticana y ganó un premio del conservatorio.
El primer éxito de la artista fue en 1942 con Tosca, de Puccini, en la Ópera de Atenas. Su carrera comenzó a crecer cuando tuvo que regresar a Estados Unidos con su padre porque había estallado la Segunda Guerra Mundial y Grecia no estaba pasando su mejor momento.
Se presentó a diferentes audiciones sin éxito, y mientras tanto perfeccionaba su técnica vocal.
Contratos para obras musicales que no se realizaron y actuaciones con pocos resultados, no hicieron que María bajase los brazos, por el contrario, le dieron fuerzas para continuar su búsqueda al estrellato.
Por entonces, Giovanni Zenatello, quien estaba realizando un casting de cantantes para el Festival de Ópera de Verona, contrata a María Callas para cantar en “La Gioconda”, y, si bien la obra fue un éxito, ella no tuvo mayor trascendencia. No obstante, gracias a este trabajo, conoce a Giovanni Battista Meneghini, un italiano dedicado a la industria y fiel seguidor de la ópera, que además de convertirse en su amada pareja fue su pilar artístico, quien la apoyó en sus difíciles comienzos y la ayudó a conseguir nuevas audiciones.
Así continuó con su carrera, de a poco se fue haciendo conocida y le fueron surgiendo ofertas laborales, las cuales algunas rechazó por no considerarlas de su nivel.
También de la mano de Tullio Serafín, logró importantes papeles que la llevaron a ser grandes éxitos a fines de la década del ´40.
El año 1949 fue muy importante para ella, tanto a nivel personal como laboral, pues se casó con Giovanni, se presentó en el Teatro Colón de Buenos Aires por un reemplazo de un día en la obra Turandot dirigida por Serafin, y se convirtió en la voz de Italia tras su personaje de Elvira en la obra lI Puritani, logrando así su tan esperado reconocimiento, que la llevó a firmar un contrato de grabación con la productora discográfica EMI.
Tras triunfar en Italia, fue convocada en otros países como Estados Unidos y México. Allí vio nuevamente a su madre y, debido a los comentarios erróneos que ésta había hecho en su contra en reportajes gráficos, y a que siempre le pedía dinero, se juró así misma que no la volvería a ver. Y cumplió con su objetivo, más sintiendo que no era querida.
Callas, se fue convirtiendo en una artista internacional y de a poco los éxitos se fueron concretando. Realizó presentaciones en los teatros más importantes de la época y se ganó el seudónimo: “La Divina”.
La década del ´50 estuvo colmada de grandes momentos artísticos, con múltiples presentaciones en las que, por su voz y por interpretar papeles de manera única, como Norma, se destacó de sus colegas; razón por la cual aún se sigue recordando como la gran cantante de ópera del Siglo XX, por lo que las posteriores generaciones imitaron su estilo.
Su aspecto físico cambió por completo cuando bajó más de treinta kilos, para actuar en Medea. Pero además de perder peso también perdió parte de su caudal de voz.
Tuvo inconvenientes legales por su carácter altanero y por ser difícil de tratar, se supo que no cumplió con un contrato con su anterior representante Eddie Bagarozy, quien reclamó porcentaje de los honorarios de la cantante, pero no se hizo público a favor de quién fue el fallo.
Muchos de sus trabajos fueron ovacionados, pero otros olvidados rápidamente, como el caso de una representación de Norma en Roma, que estaba mal de la voz por un resfrío y los directores no quisieron usar su reemplazo por considerarla la única capaz de llevarla a cabo, pero, obviamente el público no se sintió a gusto con el desempeño, ella lo sintió y dejó el escenario.
En contrapartida a ésto, en Lisboa, hizo La Traviata de Verdi, y fue la mejor representación que se haya visto de dicha obra. Y eran así sus presentaciones, con altibajos. Lo que no quita que haya sido aclamada por los fervorosos seguidores del género.
En un viaje a Venecia donde asistió a una fiesta de Elsa Maxwell, su gran amiga, conoce a Aristóteles Onasis, el magnate griego, y sintieron una profunda atracción. A fines de noviembre de 1959, María Callas se separa de su marido por el inicio de su nuevo romance, provocando un escándalo a nivel mundial. Más aún cuando dejó de lado su carrera artística para estar al lado de Onasis, y no trabajó tanto su voz, la que perdió aún más fuerza. Esto fue casi el final de su carrera.
Con su nueva pareja estuvo ocho años, hasta que él la dejó por Jackie Kennedy, con quien luego se casó. Tras la ruptura siguieron encontrándose pero María quedó destruida porque realmente estaba enamorada del millonario. De todos modos, cuando él quiso retomar la relación, ya habían pasado varios años y María lo rechazó.
Igualmente, algunas presentaciones realizó, pero su caudal de voz ya no era el mismo. A su vez, tras tener algunos problemas de salud y cansancio, los médicos le recomendaron que no continúe con el trabajo. El público ya no tenía el mismo concepto de la artista y en algunas oportunidades la abucheaba.
En 1965, María Callas dio su última representación de ópera con Tosca, en Londres. Al año siguiente renuncia a la ciudadanía estadounidense y tramita la nacionalidad griega.
A comienzos de la década del ´70, fue internada, se informó que porque intentó suicidarse con una gran dosis de los barbitúricos que solía tomar.
Después de una gira por Europa, Estados Unidos y Medio Oriente, María Callas dio su último concierto en 1974 en Japón. Comenzó a trabajar como directora escénica, pero no tuvo grandes éxitos; y también dictó clases de música en una escuela de Nueva York. Más tarde, se fue a París, donde vivió sola, los últimos días de su vida.
Falleció el 16 de septiembre de 1977, minutos antes sintió un fuerte dolor en el pecho y se desmayó. No se desestima la posibilidad de que se haya suicidado. Fue cremado su cuerpo y la urna fue robada pero se encontró unos días más tarde, después de ello, las cenizas fueron desparramadas por el Mar Egeo. Mientras tanto, su ex marido y su madre se disputaban el dinero que Callas había ganado a lo largo de su carrera.
Sus interpretaciones más recordadas son Norma (que es la que más veces cantó), Medea, Violetta en La Traviata, Lucía y Tosca, La Gioconda, Lady en Macbeth, Lucía y Tosca, Madama Butterfly, entre otras. También realizó obras de estilo italiano y francesas.
Cantó cuarenta y siete personajes y realizó más de seiscientas actuaciones, para las cuales cientos de personas acampaban fuera de los teatros para poder conseguir entradas.
Por su particular estilo de voz marcó tendencia, tenía una técnica del bel canto y un timbre personal que supo sacarle ventaja. A su vez, le transmitía al público el dramatismo en sus actuaciones, por lo que demostró ser una gran actriz.
La gran soprano griega, se caracterizó por darle nuevamente vida a obras que habían sido olvidades, por trabajar junto a los mejores directores, cantantes, y orquestas y por pisar los escenarios más importantes del mundo.