Luego de la prohibición de Francia de la venta del ácido hialurónico en forma libre, sin control médico, se generó una alerta sobre estas inyecciones que genera la necesidad de información fidedigna.
"Esta medida se tomó por la proliferación de opciones ilegales para acceder a este producto y por la viralización en las redes sociales de chicas demasiado jóvenes haciéndose estas aplicaciones", comienza explicando Fernando Felice, cirujano plástico, docente de la UBA y director del Congreso Masterhub.
El ácido hialurónico es una sustancia natural presente en nuestro cuerpo, sobre todo en la dermis. Sus propiedades más conocidas son la capacidad de hidratar y proteger la piel. Se puede utilizar en todos los pacientes porque es un compuesto biocompatible y absorbido por nuestro propio organismo, por esta razón no tiene contraindicaciones. No obstante, sí existen algunos casos donde no se reabsorbe en su totalidad, por eso es clave que el profesional tenga la responsabilidad de inyectar la mínima cantidad necesaria, evitando los excesos.
El ácido hialurónico es tan requerido porque es el rey de los rellenos, se aplica en los labios, pómulos, ojeras, surcos nasogenianos y también puede utilizarse para paliar algunas arrugas profundas del rostro porque además de hidratarlo le da volumen, mejora su elasticidad y estimula la producción de colágeno. Los tratamientos con este ácido no provocan la pérdida en la expresividad de un rostro, ya que no paralizan las fibras musculares.
Para Felice: "lo que trata de impedir el gobierno francés es algo que no sucede en Argentina, esto es, que sea la misma persona quien se aplica la inyección de este ácido o que lo hagan aquellos que no son profesionales de la salud".
Las edades recomendadas son a partir de los 35 o 40 años, no antes. Y concluye: “el problema no es el producto sino las fallas en su aplicación”.