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Lun, Mar

Apneas de sueño: un riesgo para la salud

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Del 10 al 14 de marzo es la Semana Mundial del Sueño y en esta oportunidad vamos a referirnos a las apneas de sueño que son uno de los trastornos crónicos más frecuentes en todo el mundo y que pueden traer complicaciones serias si no se les da la importancia que requiere.

 

 Se estima que al menos 3 de cada 10 hombres y entre 1 y 2 de cada 10 mujeres padecen esta enfermedad. Aproximadamente el 70% de las personas con apnea del sueño presentan sobrepeso.

La apnea del sueño es la aparición de colapso y cierre de la faringe o garganta mientras dormimos. Estos episodios duran al menos 10 segundos y se repiten a lo largo de la noche, con intensidades que pueden superar las 100 apneas por hora. Este colapso produce ronquidos, pausas en la respiración y despertares por ahogos.  A su vez, la interrupción de la respiración se acompaña de caída de la oxigenación en el cuerpo.

El cerebro detecta esta disminución del oxígeno y reacciona con un "microdespertar", que consiste en un despertar muy breve, de apenas pocos segundos, que generalmente pasa desapercibido dado que la persona no llega a despabilarse, pero sí es lo suficientemente importante como para fragmentar o interrumpir el sueño e impedir que se alcancen etapas profundas y que resulte reparador.

El sueño se vuelve superficial, pierde la eficiencia y al día siguiente el paciente puede sentir cansancio, somnolencia excesiva, dificultades en la concentración, menor rendimiento intelectual, pérdida de memoria y a la larga deterioro cognitivo y potencialmente demencia.

Como la apnea del sueño puede ocasionar cansancio y/o somnolencia diurna, afectan la calidad de vida, el rendimiento intelectual y el humor. La mala oxigenación nocturna, sumada a una mayor producción de adrenalina por las apneas, son responsables de una mayor incidencia de enfermedades cardíacas, neurológicas y metabólicas, fundamentalmente hipertensión arterial, arritmias, insuficiencia cardíaca, enfermedad coronaria, ataques cardíacos y cerebrovasculares y diabetes.

Además, este cansancio aumenta el riesgo de accidentes, sobre todo de tránsito. Este tipo de episodios se ve frecuentemente en trabajadores del transporte, como camioneros, colectiveros y taxistas.

La falta crónica de sueño altera genes relacionados con el apetito y se asocia con una mayor producción de hormonas inductoras del hambre, lo que puede favorecer una conducta alimentaria de riesgo e incrementar el exceso de peso. La falta crónica de sueño reparador aumenta el riesgo de sobrepeso y obesidad.

La somnolencia o el cansancio crónicos, se acompañan de menor iniciativa motora, es decir, uno tiene menos ganas de hacer actividad física, se vuelve más sedentario y eso determina que aumente la tendencia al sobrepeso.

Hoy resulta muy sencillo diagnosticar la apnea del sueño, se utilizan equipos portátiles, llamados polígrafos respiratorios, que registran las señales respiratorias y cardíacas, la oxigenación corporal, los ronquidos y otras variables. El paciente retira el equipo y tras una simple instrucción, se lo coloca por la noche al momento de irse a dormir, en su propio domicilio y reproduciendo las condiciones habituales de descanso.
 
El descenso de peso es muy importante. Ayuda a mejorar la respiración durante el sueño y puede incluso hacer desaparecer las apneas.

En aquellos pacientes que padecen apneas del sueño de grado moderado a severo (con más de 15 o 20 apneas por hora), se utilizan equipos que toman aire del ambiente, lo aceleran y lo envían a un cierto flujo a la vía respiratoria, a través de una pequeña tubuladura conectada a una mascarilla que se sujeta a la nariz.

Se genera así una especie de "colchón de aire" que mantiene abierta la garganta, evitando el ronquido y el colapso que lleva a la apnea del sueño. Los pacientes deben utilizarlo cuando duermen y los efectos ya se notan desde las primeras noches de uso. Es necesario, de todos modos, un uso consistente como para que los efectos sean significativos.

El descanso y el sueño constituyen una parte muy importante en el cuidado de nuestra salud y ayudan a prevenir diferentes afecciones cardiovasculares, cerebrovasculares, cognitivas y metabólicas, a la vez que permite combatir más eficientemente la obesidad.

Un descanso regular favorece la capacidad e iniciativa del individuo para realizar actividad física, a la vez que mejora su estado de ánimo y eso constituye un principio fundamental para el sostenimiento de una conducta proactiva y pro-saludable en cualquier persona.