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Mié, Jul

Trasplante de corazón en Argentina: realidad, avances y desafíos

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En la Argentina hay más de 166 pacientes en lista de espera para recibir un trasplante de corazón, según los últimos datos del Incucai. Detrás de cada uno de ellos y de sus familias, se escriben historias atravesadas día a día por la esperanza de recibir un llamado que les cambie la vida. Con procedimientos cada vez más seguros y efectivos, el escenario actual muestra un dato auspicioso: nuestro país se encuentra hoy en su pico histórico de donación de órganos. Una buena noticia que, sin embargo, aún no alcanza para cubrir la demanda.

 

 

 La Ley Justina, promulgada en 2018, estableció la figura del "donante presunto". Esto significa que toda persona mayor de 18 años es considerada donante de órganos, a menos que haya expresado lo contrario. La norma, que lleva su nombre en memoria de Justina Lo Cano quien falleció a los 12 años esperando un trasplante cardíaco en 2017, simplifica el proceso de donación y brinda un marco legal para fomentarla a nivel colectivo, uno de los objetivos centrales del Día Mundial de los Pacientes Trasplantados que se conmemora este viernes 6 de junio.

 

"La promoción de la donación de órganos acompañada de la concientización en la comunidad es una herramienta efectiva para aumentar la tasa de donantes. Pero además es muy importante acompañar emocionalmente a la familia del potencial donante generando contención y valorizando la inmensa generosidad de la decisión que van a tomar", sostiene la doctora Mirta Diez (MN 68.240), jefa del Servicio de Insuficiencia Cardíaca, Hipertensión Pulmonar y Trasplante Cardíaco del ICBA Instituto Cardiovascular,el doctora Diez.

 

"Un trasplante de corazón no comienza en el quirófano, sino mucho antes. Todo empieza con el seguimiento de los pacientes con insuficiencia cardíaca (IC), una condición compleja y progresiva. El objetivo inicial es optimizar el tratamiento médico para mejorar los síntomas, prevenir descompensaciones y prolongar la vida. Sin embargo, un porcentaje de estos pacientes evoluciona hacia una insuficiencia cardíaca avanzada, refractaria al tratamiento convencional. En esos casos, se evalúa la posibilidad de un trasplante cardíaco", explica la doctora Lucrecia María Burgos (MN 148.752), miembro del Servicio de Insuficiencia Cardíaca, Hipertensión Pulmonar y Trasplante Cardíaco del ICBA Instituto Cardiovascular.

 

La IC es una condición grave en la que el corazón no bombea sangre eficientemente, lo que eleva el riesgo de eventos cardiovasculares, hospitalizaciones y muerte. Afecta a entre 1 y 2 de cada 1.000 personas anualmente y puede ser causada por enfermedad coronaria, hipertensión, problemas valvulares, diabetes, obesidad o las enfermedades del músculo cardíaco llamadas miocardiopatías. Aunque puede presentarse a cualquier edad, es más común en mayores de 65 años debido al envejecimiento cardíaco y el aumento de enfermedades cardiovasculares.

 

"Los pacientes llegan al trasplante cardíaco por una forma grave de insuficiencia cardíaca, con una expectativa de sobrevida muy reducida. Por esto, en general requieren de mucho cuidado del sistema de salud, ya que aproximadamente tres de cada cuatro pacientes en lista de espera se encuentran hospitalizados al momento del trasplante. El tiempo de recuperación es variable, y está muy determinado por la condición clínica previa. Lo que debemos subrayar es que el trasplante es la opción terapéutica más efectiva para mejorar la calidad y el tiempo de vida", agrega la doctora Diez.

 

Un proceso complejo y multidisplinario

 

Antes de realizar estos procedimientos, se deben cumplir múltiples etapas, que incluyen previamente desde entrevistas clínicas e intervenciones educativas hasta apoyo emocional y una evaluación integral a cargo de un equipo multidisciplinario. En este camino participan cardiólogos, cirujanos cardiovasculares, psicólogos, nutricionistas, infectólogos, neumonólogos y trabajadores sociales. Cada especialista aporta su mirada para asegurar que el paciente esté física y emocionalmente preparado para afrontar la intervención y sus desafíos posteriores.

 

Además de la insuficiente cantidad de órganos disponibles, hay otros obstáculos para concretar los trasplantes como los recursos financieros que demandan y las distancias geográficas, ya que la mayoría de los centros especializados se encuentran en el AMBA, pero el 60% de los pacientes en lista de espera reside en otras provincias a lo largo y ancho del país. Esto requiere optimizar los procesos para que cada operativo pueda concretarse en forma exitosa.

 

"El día del trasplante representa solo la punta del iceberg de todo este trabajo. Se trata de un operativo complejo, que requiere una coordinación milimétrica y una gran precisión. Cuando recibimos la notificación de un posible donante, se evalúan en detalle las características clínicas del órgano y su compatibilidad con el receptor. Una vez tomada la decisión de avanzar, se activa un operativo que involucra simultáneamente al equipo de ablación (extracción del órgano) y al equipo de implante", destaca la doctora Burgos.

 

El camino hacia una mejor calidad de vida

 

El control posterior es fundamental para detectar de manera temprana cualquier signo de rechazo o complicación. Al igual que en el proceso previo, este seguimiento es multidisciplinario e incluye controles clínicos, análisis de laboratorio, estudios por imágenes y, en muchos casos, biopsias endomiocárdicas periódicas para evaluar la respuesta del organismo al nuevo órgano. En este punto es esencial la adherencia al tratamiento inmunosupresor y a las indicaciones médicas para garantizar un éxito a largo plazo.

 

"En los últimos años, hubo avances relevantes que han mejorado tanto la seguridad como la efectividad del trasplante cardíaco. Por un lado, se han desarrollado inmunosupresores más específicos y eficaces, que permiten prevenir el rechazo del órgano trasplantado con menos efectos adversos para el paciente. Además, en algunos países ya se han incorporado métodos no invasivos para la detección precoz del rechazo, lo que representa una mejora sustancial frente a las biopsias endomiocárdicas, aún necesarias en nuestro país para el monitoreo de rutina. Por otro lado, las nuevas tecnologías de preservación del órgano durante el traslado —como los sistemas de perfusión ex vivo— permiten mantener al corazón en mejores condiciones hasta el momento de la intervención, ampliando las posibilidades de éxito del trasplante", concluye la doctora Burgos.