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Mié, Jul

Lipedema: una condición crónica que golpea la salud física y emocional de las mujeres

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El lipedema es una enfermedad crónica que se manifiesta a través de una acumulación anormal de grasa subcutánea, especialmente en las piernas y, en algunos casos, en los brazos, sin comprometer manos ni pies. Se trata de una condición que afecta casi exclusivamente a mujeres y que, aunque no tiene cura, puede ser tratada para aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida.

 

 Esta grasa no responde a dieta ni ejercicio, es dolorosa al tacto y puede generar un deterioro físico y emocional progresivo. Suele manifestarse o agravarse durante etapas de cambios hormonales como la pubertad, el embarazo o la menopausia. Por este motivo, se considera que los factores hormonales juegan un rol clave en su aparición.

Uno de los principales desafíos para su abordaje es la confusión que aún persiste con otras condiciones clínicas. El lipedema es una enfermedad con características propias: la grasa se distribuye de forma simétrica en las extremidades inferiores y superiores, genera dolor, sensación de pesadez y tendencia a formar hematomas sin causa aparente. Estos síntomas, muchas veces minimizados o mal interpretados, afectan la movilidad y la autoestima.

El diagnóstico comienza con una historia clínica detallada, explorando antecedentes familiares, hormonales y evolución de los síntomas. El examen físico permite observar la distribución característica del tejido adiposo y la sensibilidad al tacto. En algunos casos, se indican estudios por imágenes, como ecografías de partes blandas o linfografías, que ayudan a confirmar el diagnóstico y a descartar otras patologías.

El abordaje terapéutico del lipedema puede ser conservador o quirúrgico, según la gravedad del cuadro. Entre los tratamientos no invasivos se encuentran el uso de prendas de compresión para reducir el dolor y la inflamación, la práctica de ejercicio físico adaptado de bajo impacto como natación o caminatas, una alimentación con efecto antiinflamatorio, y fisioterapia especializada para preservar la movilidad y evitar el deterioro funcional. También se recomienda el drenaje linfático manual y el cuidado integral de la piel.

Cuando estas estrategias no son suficientes, existe la posibilidad de recurrir a un procedimiento quirúrgico específico: la liposucción asistida por agua o WAL. Esta técnica, diseñada especialmente para el tratamiento del lipedema, permite extraer el tejido adiposo sin dañar estructuras linfáticas. Aunque no representa una cura definitiva, ha demostrado ser efectiva para aliviar síntomas como el dolor y mejorar la movilidad. Esta intervención suele indicarse en los estadios I a III de la enfermedad, siempre y cuando exista un diagnóstico confirmado y no haya enfermedades asociadas que representen un riesgo.

El tratamiento quirúrgico requiere un seguimiento estricto para preservar los beneficios obtenidos. En la etapa postoperatoria es fundamental mantener hábitos saludables: continuar con el uso de prendas de compresión entre 6 y 12 meses, realizar actividad física regular y mantener una dieta rica en vegetales y ácidos grasos omega-3. Estas medidas ayudan a evitar la progresión del lipedema y a preservar los resultados de la cirugía.

En cuanto a los avances científicos, estudios recientes han identificado mutaciones genéticas que podrían estar asociadas a la enfermedad, así como la presencia de un proceso inflamatorio crónico de bajo grado en el tejido adiposo afectado. Estas investigaciones refuerzan la hipótesis del rol hormonal, en especial del estrógeno, en la aparición y evolución del lipedema.

Una de las claves para mejorar la calidad de vida de las pacientes es el diagnóstico temprano para iniciar tratamientos más efectivos y evitar que progrese a estadios más avanzados, como el lipolinfedema, una combinación de lipedema y linfedema.

Hablar del lipedema, visibilizarlo y capacitar a profesionales de la salud son pasos fundamentales para cambiar esta realidad. Esta enfermedad no tiene cura, pero con un enfoque médico adecuado y temprano, es posible controlar los síntomas, mejorar la movilidad y recuperar una vida saludable y libre de dolor.