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Dom, Nov

Romper el loop silencioso: sanar para liderar distinto

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Hay una frase que escucho cada vez más en sesiones, cafés y pasillos corporativos: "No sé cómo sostener a mi equipo... si yo no me sostengo”.  Y no lo dice alguien sin ganas. Lo dice alguien que se formó, que da el extra, que lee libros de liderazgo mientras cena frente a la notebook. Lo dice alguien roto. Y liderando.

 

 Bienvenidos al loop silencioso del siglo XXI: Gente rota liderando gente rota. El síntoma ya no se oculta. El burnout dejó de ser una excepción: es el nuevo idioma corporativo. Y lo aprendimos sin darnos cuenta.

La ansiedad se volvió moneda corriente. La desconexión emocional, un modo de supervivencia. Y la productividad extrema, un disfraz funcional del vacío existencial real, que usamos para no enfrentar lo que verdaderamente nos duele en la vida.

Vivimos en una era donde los rituales laborales siguen activos, casi obsoletos, pero muchos no ven lo que está pasando. Muchos líderes ya no se preguntan cómo motivar sino cómo no colapsar.

¿Y cómo creen las organizaciones que van a enfrentar lo que viene si ni siquiera ven esto en profundidad? Sumemos un ingrediente explosivo: la inteligencia artificial.

Mientras las herramientas evolucionan, las personas se sienten cada vez más inadecuadas. No es que teman ser reemplazadas por una máquina, el temor real, profundo, es no saber quiénes son si dejan de producir.

El trabajo —ese viejo refugio de identidad— hoy duele. Y nadie nos preparó para eso. En mi libro “Cuando el trabajo duele”, propongo la base del cambio real: escuchar el síntoma. No taparlo, porque el cuerpo habla lo que la cultura calla.

El insomnio, la gastritis, la bronca irracional en una reunión: no son fallas, son mensajes. Cuando un líder no registra su propio dolor, tiende a liderar desde el control, la rigidez o la hiperproductividad. Es decir: lidera desde su herida y reproduce el dolor.

No alcanza con entrenamientos en liderazgo o con un team building en una quinta con desayuno continental. Necesitamos líderes que se trabajen, pero de verdad. Que se animen a mirar su historia, sus mandatos, sus emociones, sus automatismos. Y  que, desde ahí, desde esa conciencia incómoda, puedan acompañar a otros sin proyectar sus propias batallas.

Desde hace unos años propongo una nueva forma de liderar. No se entrena con los procesos de coaching habituales, ni en terapias clínicas, ni en capacitaciones tradicionales, sino con desarrollo psicoprofesional, conciencia emocional, vinculación real e integración de la innovación con lo humano.

Porque no se trata de elegir entre el bienestar o los resultados sino de liderar con propósito, con límites, presentes. Este liderazgo no se habla, se encarna, se transforma y se practica todos los días.

Practicá el Liderazgo CrossOver

-Observá tu entorno y autoobservate detectando síntomas psicofísicos, emociones desequilibradas, creencias y pensamientos negativos.

-Explorá tu dolor laboral para no proyectarlo en tu equipo.

-Permitite evolucionar dejando viejas versiones de vos.

-Integrá tecnología sin deshumanizar.

-Liderá desde la autenticidad, no desde el control.

-Practicá la inclusión psicoemocional: no dejés afuera al que siente, ni al que sufre.

-Abandoná el micromanagement o el ghosteo como defensa y abrazá el acompañamiento y desarrollo psicoprofesional como cultura.

-Entendé que tu salud mental y la de tu equipo son parte estratégica del negocio.

-Sabé que dejar huella no es alcanzar el éxito, sino transformar realidades.

Estamos rotos, pero también vivos y eso nos da una posibilidad única: rediseñar la forma en la que trabajamos, lideramos y nos acompañamos.

No para volver al ideal de antes, sino para crear algo nuevo, algo más digno y que no duela. Porque lo que duele, cuando se nombra, también puede sanar. Y tal vez, solo tal vez, esta vez podamos liderar distinto.