Se ha producido un incremento de prácticas deportivas de competición o de actividad física no competititiva, con programas de entrenamiento exigidos o ejercicios de elevada intensidad, que en algunos casos no tienen control de personas idóneas. Sumado a que a veces hay necesidad de hacer mucho ejercicio y comer poco, lo que ha desarrollado conductas que atentan contra la salud y, en muchos casos, contra la propia vida.
Un fenómeno grave que afecta a muchas deportistas es el denominado: Tríada de la Atleta o de la Deportista, y consiste en tres alteraciones: desordenes alimentarios, amenorrea y osteoporosis.
En referencia a las alteraciones de la alimentación, podemos decir que muchas deportistas no tienen una ingesta calórica adecuada al gasto energético, por lo que se produce un aumento de cortisol basal con una disminución del metabolismo basal (T3) para compensar la deficiencia. Además, a veces se ingieren menos alimentos para bajar de peso, incluyendo diuréticos o laxantes.
Por eso es importante el rol del nutricionista cuando se realiza una actividad deportiva o física regular, porque esa obsesión por bajar de peso restringiendo los alimentos, puede agravarse dirigiéndose el camino hacia la Anorexia e inclusive la bulimia.
La Amenorrea que ocurre en las deportistas, es de tipo secundaria y es la falta de 3 ó más ciclos menstruales consecutivos, luego de producida la menarca (primera menstruación). Hay varios estudios científicos que relacionan esta alteración del ciclo con el volumen de entrenamiento.
Se sabe que el origen es a nivel hipotalámico, disminuyendo las hormonas luteinizante y folículo estimulante, lo que provocaría una disminución de estrógenos y progesterona a nivel ovárico, similar a la menopausia, ambas hormonas se relacionan con la desmineralización ósea, llamada osteoporosis.
Por otro lado está en estudio si la amenorrea sería por stress del entrenamiento o por baja disponibilidad de calorías alimentarias.
La otra pata de la tríada es la Osteoporosis, y se da por falta de calcio en la alimentación que hace disminuir la densidad mineral del hueso (calcio-fósforo), pérdida prematura de hueso y una inadecuada formación ósea, con deterioro de la micro arquitectura del hueso que lleva a una fragilidad que facilita las fracturas. La etapa de la adolescencia es la más sensible para el crecimiento del hueso y depósito mineral, requiriendo un mayor consumo de calcio.
Cuando la alimentación es inadecuada con escaso aporte de calcio, se debe corregir con alimentos ricos en calcio, suplementación, vitamina D, si fuere necesario.
Por todo lo mencionado, es fundamental la alimentación balanceada y adecuada y realizar actividad física con conciencia.