Los padres también debemos tener límites, debemos ser capaces de mirarnos para detectar y reconocer nuestros errores. Debemos aprender a decirnos NO a nosotros mismos cuando sea necesario.
Los padres NO debemos pensar que somos una figura intransigente y rígida, que somos la autoridad de la familia y por lo tanto, que nuestros hijos deben acatar nuestras normas y hacer las cosas cuándo y cómo digamos.