La misión personal es aquella que nos hace sentir que estamos expresando nuestra particular forma de tramitar el legado familiar, desplegando nuestra esencia; mientras embellecemos nuestra vida y la de otros.
La misión personal es aquella que nos hace sentir que estamos expresando nuestra particular forma de tramitar el legado familiar, desplegando nuestra esencia; mientras embellecemos nuestra vida y la de otros.
Todos tenemos NUESTRO demonio. Digo así, porque todos tenemos una parte "Lucifer" (portadora de luz) que en su estado embrionario ya estaba muy por encima de todo lo que logramos ser.
El germen de nuestro yo verdadero, en algún momento, modificó su desarrollo hacia derroteros tenebrosos, que ocultan su verdadera naturaleza luminosa por efecto de un desamor primario.
Con el tiempo y los aprendizajes de la vida, no hay nada más alentador cuando nos perdemos, que empezar a encontrarnos en los saberes que ya tenemos, que dan testimonio sobre nuestro recorrido, crecimiento personal y evolución, que definen nuestra esencia y la forma de abordar la vida que vamos desarrollando.
¿Por qué será que se genera tanta distancia entre lo que decimos querer del mundo y lo que hacemos por él? En más chiquito, me pregunto esto mismo sobre lo que decimos querer y hacer en nuestras relaciones cotidianas, y lo que terminamos haciendo en ellas y, en consecuencia, por ellas.
Todas libramos batallas internas, seamos conscientes o no de ello. Si somos conscientes, la posición que pueda tomarse para la contienda, es la más favorable.
Cada vez menos las personas pueden manejar el simbolismo y la fantasía para desapegarse de sus monstruos y sus miedos; más aún cuando se presentifican en determinadas personas o situaciones que los reavivan.