El entrenamiento para ser madres, locas de amor, empieza de chiquititas, nomás.
De bebas nos regalan un osito de peluche para que durmamos abrazada a él. Cuando deambulamos, nos regalan un cochecito. Pero ahí empieza el dilema, después del triciclo, los modelos cambian. Y así podemos elegir; caminando inconscientemente los primeros pasos del adiestramiento de futura mamá en potencia, hasta que tengamos edad de procrear.