En el transcurso del día, nos suelen ocurrir pequeñas grandes cosas que nos hacen cambiar de humor.
Podemos comenzar la mañana con el pie izquierdo porque el reloj se paró y no sonó el despertador, por lo tanto tenemos que levantarnos a los saltos y meternos en la ducha, allí nos damos cuenta que el agua sale fría porque el calefón no funcionó bien durante la noche, nos bañamos como podemos y salimos corriendo para no llegar tan tarde al trabajo. Para rematar, perdemos el colectivo y el siguiente demora en llegar.