Nos debíamos un encuentro, como hace tanto tiempo no tenemos. Resulta tan difícil coordinar hoy nuestras vidas de mujeres profesionales y de familia, que siempre se posterga. Año tras año, cuando nos hablamos para los cumpleaños, o las fiestas va la frase: “tenemos que encontrarnos, juntarnos a tomar algo como antes, sin tiempo, sin reloj, sin celulares”. Hoy, llegó el día y lo quiero disfrutar pero a la vez poderlo ver desde otro lugar, otra vez ejercitando mi profesión de psicoanalista quiero ver y vernos, a nosotras mismas, eso me incluye a mí. Ver cómo somos hoy, recordando como éramos a los quince, cuando ese trío inseparable de amigas incondicionales brillaba de fiesta en fiesta, rompiendo adolescentes corazones.
Con sello de Mujer
Los hombres son un mal necesario, al menos para hacer los arreglos de la casa
Suele ocurrir que justo pasa algo en casa cuando estamos sin pareja y completamente solas, es cuando se quema una lamparita, se rompe un cuerito, salta la térmica o se arruina el botón del baño. ¿Qué podemos hacer nosotras si nunca resolvimos este tipo de tareas porque siempre estuvimos con alguien?
Prepararse para salir a la cancha
Llega un nuevo mundial, y como hay muchas mujeres fanáticas de esta copa, también hay otras que no quieren saber nada, que les aburre enormemente y que les gustaría irse de la casa para salir de shopping con amigas pero a la vez, sienten que es una buena oportunidad para estar reunida toda la familia, compartiendo un lindo momento. Por lo tanto, cocinan algo dulce para acompañar con mate y ellas también salen a la cancha.
El cuerpo femenino enajenado
Todo lo que suponemos que deberíamos ser, pensar o sentir, suele alojarse a mucha distancia de nuestro ser esencial. Y más lejos aún se instaura el supuesto ideal de cómo deberíamos ser físicamente. Somos altas o bajas, morenas o rubias, orientales o europeas, robustas o pequeñas. La verdadera reflexión apunta a comprender por qué no amamos eso que sí somos. Esos ojos que milagrosamente ven, esas pestañas que amablemente nos protegen, esos brazos que trabajan, esas uñas que resisten, esa piel que se expresa, ese cabello que baila el vals del viento, ese cuello que sostiene, esos pies que no se quejan, esos hombros que seducen, esa altura que vigila, esa voz que canta melodías o esas manos que acarician.
La sabiduría de los cuarenta…O será que a los cuarenta se entienden algunas cosas
Será que a los 40 suceden cosas, que ya una tiene conciencia, que se sabe que hemos vivido y que coleccionamos una sucesión de recuerdos, que el tiempo no es el mismo que el de los veinte y una ya anda con ganas de hacerla más corta, de ir resumiendo unas cuantas cosas.