Si hay algo mágico y maravilloso que nos pasa por ser mujeres, es ser mamás. Es una sensación incomparable! Pero, por más que nuestra felicidad es extrema, durante los nueve meses cambia todo nuestro cuerpo, aparecen volúmenes que no existían, nos agrandamos por todos lados, se nos hinchan los tobillos y nada nos queda como antes. No obstante, no nos tenemos que disfrazar con ropas anchas y sin forma, simplemente hay que adaptarnos  al nuevo y cambiante cuerpo, manteniendo nuestro estilo.

Cada prenda que nos ponemos habla de quiénes somos, de nuestra imagen y de cómo queremos que el resto de las personas nos perciban. Los 40 es una década de transición, nos sentimos espontáneas y seguras de nosotras mismas, pero eso hay que reflejarlo en cada equipo que elegimos.

Muchos cortes de ropa nos van a quedar mejor que antes pero hay otros que conviene dejarlos a las más jóvenes.

 La pollera larga pide ser reivindicada. Viene haciendo el reclamo desde hace un par de temporadas mientras lucha por deshacerse de la injusta fama de prenda apta sólo para mujeres altas. La falda larga volvió con un estilo que admite looks sofisticados.

De algodón en diseño versión sport chic, plisada en clave de tendencia 2015, de gasa para las vintage y con mucho vuelo para las románticas, la prenda femenina por excelencia, regresó en distintas versiones para convertirse en una pieza comodín del armario.

 Por lo general, el invierno no nos deja ser elegantes y glamorosas, nos abrigamos tanto que perdemos la cintura, nos acortamos la figura y la femineidad queda un paso atrás.

Pero no hay que perder el estilo, hay que encontrar prendas que comuniquen quiénes somos y que no afecten la figura. Sin dejar la personalidad de lado hay que acomodar el guardarropas para que en cada invierno podamos transmitir una buena imagen.